martes, 19 de diciembre de 2017

Nostalgias sociales

¿Te acordás la última vez que creímos poder iluminar la noche?
Bañados en la danza de aquel utópico viaje en búsqueda de las sábanas negras. Rezando al todopoderoso por un poco de clemencia, rogando al mandatario mayor por piedad frente al desprecio de los venerables.
¿Te acordás de la última vez que creímos poder apagar la tarde?
Entre ruidos de ollas que gritan las lágrimas del pueblo que no puede con el naufragio en esta isla de indiferencia.
¿Te acordás de la última vez que creímos poder dormir la mañana?
Sollozando bajo la fría lluvia de un Martes improbable antes de ir a trabajar. Sangrando las heridas de un antiguo y viejo amigo, hermano del mismo techo que limpia las botas de su padre golpeador, mientras su antítesis lucha por la desalineación de aquel director del horror.
¿Te acordás de la última vez que creímos poder amar la madrugada?
Mirando constelaciones, soñando a la espera de despertar en un lugar mejor.
Un lugar mejor donde la piba de la plaza no llora de dolor, mojada y olvidada frente a la indiferencia del que la ve pasar.
Donde el padre no llora entre el silencio de sus almohadas, resignado ante la posibilidad de cambio (Más que cambio transformación, porque la palabra cambio se ha visto plagada de tóxicos y egoísmo) porque le aturde el grito de pequeños estómagos inocentes.
Donde Gabriela no muere entre palabras mudas amando a su verdugo.
Donde Martin de seis conoce la sanidad de una infancia sin escombros y trabajo.
¿Te acordás de la última vez que creímos poder iluminar la noche con tan sólo sonreír a las estrellas?

viernes, 8 de diciembre de 2017

Ambigüedades de ser

Soy las alas de un lienzo que flota arrugado y manchado entre rojos y azules, blancos y negros,en búsqueda de los grises.
Soy los ojos de una melodía de Domingo que te recuerdan el colorido o apagado ayer.
Soy el cuerpo de una luna de Viernes, golpeando la garganta de alguna sombra sin rostro.
Soy la razón del no deber, y el vaivén de las olas Porteñas.
Soy la brisa de primavera y el Invierno del infierno.
Soy y no soy, soy en donde el otro me ve.
Soy el de ayer, pero manchado por el mañana.
Soy la luz hecha agua y las venas apagadas.
Soy la vida reencarnada y soy el rostro de quien engaña.
Soy el punto y el circulo del encuentro.
No me olvides. En el olvido el partido se ve perdido, si me pierdo no me encuentro.
Así que no me olvides, porque en el paso del destino, existen tus latidos.

Estrellas fugaces

Así como las estrellas fugaces,
un majestuoso instante,
un precioso momento delirante.
Así como las estrellas fugaces
te pido que me abraces,
porque aunque la vida nos rechace,
te pido no me espedaces.

Así como las estrellas fugaces
nuestro camino yace,
y aunque el tiempo se pase
y las bocas nos reemplacen,
no me relegues.
No me relegues de tu mente,
no me relegues para siempre.

Deseo que me recuerdes
como el cuerpo celeste
que viajo po el Noreste.
Como el cuerpo celeste,
que por mas que proteste,
nunca recurre en tu mente.

Así como las estrellas fugaces
recordame como el viajero
que dejo un haz de luz en tu cielo.



sábado, 18 de noviembre de 2017

Dosmildiecisiete

Se está yendo todo el mundo,
Se estancan en lo más profundo,
Corren en busca de lo más blando
Temiendo de todo mando.

Comemos todos de su mano,
Saltando juntos por el barranco,
Partiendo a la nave del pánico,
Naufragando en busca de un barco.

Vuelven las golondrinas de paso,
Vuelven los niños a comer sobre el pasto,
Vuelven los autos a pasar el rato
Dejando a su paso el invisible rastro.

Faltan las manos,
Faltan los planos,
Faltan los santos,
Faltan los humanos.

Pero el buitre regresó
Y la tormenta nunca cesó.
La corriente me avanzó
Pero nadie me avisó.

Demasiados cigarrillos fumé,
Demasiados problemas tapé,
Demasiados sentimientos rapté,
Demasiados rasguños provoque.

Correr, empecé a correr,
Correr hasta perder,
Correr sin saber,
Correr hasta aprender.

Pero algunas cosas siguen igual.

Faltan las manos,
Faltan los planos,
Faltan los santos,
Faltan los humanos.

Moriste hace tanto,
Naciste tan pronto,
Rápido creciste,
Rápido moriste.

Fría la noche,
Sin quien te abrace,
Frío y helado,
Viviendo a un costado.

Vista abstracta,
De la gente abierta,
Que ríe y se queja,
Bajo la tormenta.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Precios

He estado pensando, pensando, o más bien pasando, pasando, pesando. Pensando en cuantos gramos pesa un pensamiento, en cuantos llantos se vende un alma, en cuantos mililitros se obtiene un olvido, en cuantos vasos y cuantas copas se rentan las promesas. 
Cuál es el valor de vivir sin vivir, viviendo sin sentir, sintiendo sin disfrutar, sin ser la conexión real de lo que puede volar y lo que no. La convergencia del fuego y el aire, ganando la batalla, formando una danza majestuosa digna de aplaudir. 
El valor de lo importante y verdadero se mide en pulgares, lo superfluo se vuelve profundo, y lo profundo se vuelve denso.  
En medio de la sala centenares de máscaras, irrespetuosas y egoístas mascaras con el cartel de "Si te he visto no te recuerdo", "Si te visto no te pretendo" sería lo que más se acerca a la realidad. 
Mascaras maquilladas riendo fuertemente, aturdiendo el silencio con el cual no pueden lidiar. Que llaman a las cuatro de la mañana pidiendo algo que en verdad no quieren, no deseean, pero creen ingenuamente que es la única manera de conservar lo que son conscientes que no les pertenece. Aunque se nieguen rotundamente a aceptarlo. Porque es más dolorosa la noche fría en un séptimo piso, cuando la compañía no es más que el lado B de la oscura soledad.
Se puede tornar catastrofica una noche, dos noches, tres noches, un mes, un año, un año de noches durmiendo consigo mismes, sin máscaras, sin maquillajes, sin pulgares, sin deseo y sin pretensiones. 
Mascaras violadoras, demonios implorando clemencia en el sucio suelo donde se derrama constantemente el elixir del olvido. Implorando atención, implorando no ser uno más. 
Demonios que me toman la mano, demonios que me acarician la espalda, demonios que me toman por el rostro, demonios que me toman por la cintura, sin jamás pedir permiso, y un fuego negro que arde desde el interior 
No son más que máscaras, no son reales, nada es real, no son demonios reales. No son más que viles criaturas asustadas en un rincón gritando a muda voz sentirse al menos un poco deseadas, convencerse a sí que las voces del Super Yo no están en lo cierto, saberse ver algo distinto a lo cotidiano, a la cotidiana critica del espejo. Medir su ego en números de redes alienantes, en un universo totalmente inexistente, en un plano en donde lo verdadero se vuelve virtual, y la escalera de pulgares es el mandato mayor.  
¿Y yo? ¿Cuánto valgo? ¿Y vos? ¿A qué te vendes?. 

miércoles, 11 de octubre de 2017

Quiero jugar

Quiero jugar a ese juego absurdo,
Quiero jugar a ese absurdo juego.
Ser esa tarada que solamente le importa su esmalte de uñas,
Ser ese básico que sólo piensa en fútbol.
Quiero jugar a ser quien no soy,
Quiero jugar a apagar mi cerebro,
Quiero jugar a tomar hasta caer, a drogar mis neuronas, y a cagarme a palos por una minita porque es mía, solamente mía, como si me robaran un objeto.
¿Lo estoy haciendo bien verdad? Porque... Bueno, a las personas se las posee ¿No?.
Quiero jugar a no pensar.
Quiero jugar a poder, y poder porque quiero.
Quiero jugar a querer, y a querer porque puedo.
Quiero poder querer y no porque juego.
Quiero seguir siendo yo, pero jugando, pudiendo jugar, pudiendo querer, pudiendo callar.
Quiero seguir siendo yo, pero ser yo es renunciar a lo que quise, y lo que quise y lo que quisieran, no es lo que soy.
Por eso quiero jugar, jugar a no pensar.

martes, 19 de septiembre de 2017

Esto es amor - Gioconda Belli

La mente se resiste a olvidar las cosas hermosas,
se aferra a ellas y olvida todo lo doloroso,
mágicamente anonadada por la belleza.

No recuerdo discursos contra mis débiles brazos,
guardando la exacta dimensión de tu cintura;
recuerdo la suave, exacta, lúcida transparencia de tus manos,
tus palabras en un papel que encuentro por allí,
la sensación de dulzura en las mañanas.

Lo prosaico se vuelve bello
cuando el amor lo toca con sus alas de Fénix,
ceniza de mi cigarro que es el humo
después de hacer el amor,
o el humo compartido,
quitado suavemente de la boca sin decir nada,
íntimamente conociendo que lo del uno es del otro
cuando dos se pertenecen.

No te entiendo y quisiera odiarte
y quisiera no sentir como ahora
el calor de las lágrimas en mis ojos
por tanto rato ganado al vacío,
al hastío de los días intrascendentes,
vueltos inmortales en el eco de tu risa
y te amo monstruo apocalíptico de la Biblia de mis días
y te lloro con ganas de odiar
todo lo que alguna vez me hizo sentir
flor rara en un paraíso recobrado
donde toda felicidad era posible
y me dueles en el cuerpo sensible y seco de caricias,
abandonado ya meses al sonido de besos
y palabras susurradas o risas a la hora del baño.

Te añoro con furia de cacto en el desierto
y sé que no vendrás
que nunca vendrás
y que si venís seré débil como no debería
y me resisto a crecerme en roca,
en Tarpeya,
en espartana mujer arrojando su amor lisiado para que no viva
y te escondo y te cuido en la oscuridad
y entre las letras negras de mis escritos
volcados como río de lava entre débiles rayas azules de cuaderno
que me recuerdan que la línea es recta
pero que el mundo es curvo
como la pendiente de mis caderas.

Te amo y te lo grito estés donde estés,
sordo como estás
a la única palabra que puede sacarte del infierno
que estás labrando como ciego destructor
de tu íntima y reprimida ternura que yo conozco
y de cuyo conocimiento
ya nunca podrás escapar.

Y sé que mi sed sólo se sacia con tu agua
y que nadie podrá darme de beber
ni amor, ni sexo, ni rama florida
sin que yo le odie por querer parecérsete
y no quiero saber nada de otras voces
aunque me duela querer ternura
y conversación larga y entendida entre dos
porque sólo vos tenés el cifrado secreto
de la clave de mis palabras
y sólo vos pareces tener
el sol, la luna, el universo de mis alegrías
y por eso quisiera odiarte como no lo logro,
como sé que no lo haré
porque me hechizaste con tu mochila de hierbas
y nostalgias y chispa encendida
y largos silencios
y me tenés presa de tus manos mercuriales
y yo me desato en Venus con tormentas de hojarasca
y ramas largas y mojadas como el agua de las cañadas
y el ozono de la tierra que siente venir la lluvia
y sabe que ya no hay nubes,
ni evaporización,
ni ríos,
que el mundo se secó
y que no volverá jamás a llover,
ni habrá ya nieve o frío o paraíso
donde pájaro alguno pueda romper
el silencio del llanto.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Planta carnívora

Inhalo, no es así.
Exhalo, no es así.
Parpadeo, no es así.
Me preparo para hablar, no es así.
Comento alegremente un suceso, está mal.

Un negro humo cubre toda la habitación, una habitación blanca, musicalizada con divertidas melodías y suelos decorando las paredes.
Un negro humo cubre toda la habitación, se corrompe, se tiñe de oscuro dolor, como el papel carbónico en el que al escribir se deja una copia impresa de aquello que se escribió, una marca.
Un negro humo que se disipa y deja el caos.
Platos rotos, sillas volando, cuchillos en el suelo, un frasco de dulce de Leche contra la pared.
Paredes agrietadas, ventanas contaminadas, y un suelo manchado, una alfombra que gritaba, que recordaba, recordaba con dolor.
Un humo negro que es tragado por un ser que ocupa un centro físico de la habitación.
Una planta carnívora en el centro de la sala principal.
Una planta carnívora con dulces en su boca, con boca dulce, con palabras dulces.
Una planta carnívora que atrae sutilmente, que genera confianza, seguridad.
Una planta carnívora que al acercarse a ella te devora sin piedad alguna, pero no por completo. Si lo hace por completo sabe que en un futuro no tendrá de donde alimentarse.
Espera, te espera, te cuida, te cura.
Crees que te cura porque te quiere que se preocupa por vos. Pero la realidad es que solamente le interesa devorarte, tener de donde alimentarse.
Es cuando el negro humo vuelve a cubrir toda la habitación, la corrompe y la tiñe de oscuro.
Te vuelve a masticar.
Te vuelve a curar.
Se repite 21 veces 365.
Hasta que un día te lavas la cara, te limpias la lagaña de los ojos, la basura.
Hasta que un día descubrís que no veías bien, que la planta carnívora no era planta.
Descubrís que humanizaste un ser no humano.
Descubrís que el ser no humano, es un humano.
Descubrís que adelante tuyo hay un espejo, y en tus muñecas dos sogas que cuelgan del techo, manejadas por tu padre.

domingo, 27 de agosto de 2017

Luna negra

El cigarrillo a medio fumar en mi mano derecha, y la botella de Jack Daniels casi vacía en mi mano izquierda.
Mi mirada fría, fija hacia el vacío, divisando un abismo que no tiene materia de realidad.
El fin de mi largo abrigo negro arrastrándose por el suelo de las heladas calles de está gran capital que es mi ciudad, gran ciudad en donde habitan monstruos, cuyo alimento es el quebrantamiento de almas, el uso y el abuso, el placer libidinoso es su prioridad, su mayor preocupación.
Me detuve un segundo, terminé mi cigarrillo, lancé la colilla con desprecio, apoyé la botella en el cordón de la vereda y acomodé mis medias bucaneros, había olvidado colocarme correctamente los portaligas. Estiré mi larga remera que aparentaba un vestido muy corto, acomode mi abrigo sobre mis hombros, tomé la botella y seguí caminando con fuerza y odio en cada paso, con la mirada llena de hielo ardiendo. 

Llegué al edificio donde vivo, espere el ascensor, y entré a mi departamento. Una vez dentro me dirigí al baño con la mirada perdida y sin encender ninguna luz me introducí tal y como estaba en la bañera. Recostada cerré los ojos hasta quedarme dormida. 

Desperté, sola, al igual que cada día de mi mediocre y aburrida vida, cigarrillos, alcohol, mendigando amor a un puñado de hombres con más calor en su entrepierna que el calor que irradian mis ojos, que el odio que corre por mis venas. 


No, no se lo que es el amor, esto es lo único que conozco, es lo único que se, lo único que puedo sentir, el dolor, el pesar, el amargo sabor a la soledad. Desde los 10 años es lo único que conozco.
Desde los 10 años no se quien soy.
Desde los 10 años no volví a llorar, la última vez que me vi llorar, llorar y sangrar, obligada a cabalgar en aquella máquina que incineraba mis muñecas, mis peluches, mis flores de papel, todos mis sueños y fantasías, todo lo quemo, absolutamente todo.
Más allá de eso intenté reconstruir todo aquello que perdí. No obstante, mis intentos por evadir el sentir tortuoso, resultado traumatico de mi primer década, parecen ser en vano. Aquel incinerador me persigue por el resto de mi vida, tomando diferentes formas, solía llamarse Tío, en otras "Novio de Mamá", más adelante solía llamarle "Amor" y Amor número uno, número dos, número tres, cuatro, cinco, y seis. 

Hasta que por fin comprendí, no soy de esas, pretender ser quien no soy es un acto de conflicto eterno. Los fantasmas del remordimiento me atormentan a gritos desgarrantes mi esencia mediocre, mi pertenencia excluida al resto de las chicas, siendo que soy de las que nunca llegan lejos, las que no son felices, solitarias, las que no lloran porque le arrebataron todo, de las que ya no tienen nada que perder. 


Salí del baño, me dirigí a la cocina para preparar café, miré por la ventana y contemple desde la altura a la gente.
En el reflejo de mi ventana vi a todas aquellas almas que yo misma destrui, 396 fantasmas que fui acumulando, fantasmas que rechace con goce, fantasmas que una vez fueron humanos, y como humanos los disfrute, pero repito, aún más disfrute del espectáculo que realizaban en el frío suelo, llorando y pidiendo una explicación, más aún disfrute de ver su corazón destruirse en cien pedazos, más que sentir el poder decidir el destino de su vida anímica.


Volví a la realidad con el sonido de la cafetera anunciando que el café estaba listo. Me serví una taza, fui al balcón, y sentada en el borde tomé mi café. Observando las figuras que formaban los edificios al juntarse y ser atravesados por la luz recordé aquella víctima que dejé sin morir, lo dejé escapar pero con una advertencia previa.
"Si decidís quedarte, va a ser mejor que te vayas, pero si te vas, vas a destruir lo poco que queda en mi, y destruyendome es como me haces feliz, porque vas a lograr en mi hacer algo hermoso que hace años no me pasa, sentir algo. Si te vas, por favor, no me dejes, porque si me dejas ya no voy a volver a verte, en cambio si te vas, yo voy a buscarte, y cuando te encuentre te voy a mentir, y vos me vas a creer, otra vez. Por eso dejame ir, destruime hasta matarme, que así, va a ser todo mejor".
"¿Podes ver a través de mi ahora?" Le pregunté.
No hubo respuesta alguna, supongo que la ciudad no es un buen lugar para una joven hermosa.

viernes, 7 de julio de 2017

Una taza de agua, una taza de fuego: Mio

¿Estoy listo? Me mira fijo, aquella copia siempre vestida tan monocromáticamente, siempre es negro, siempre es blanco.
Lo busco en detalles defectuosos, tiene tantos. Intento tapárselos, o al menos que se vuelvan lo mas poco perceptibles para todo aquel que pueda ver.
Lo odio tanto, lo odio tanto que me preocupa demasiado, lo admiro, quiero que este bien, que sea feliz, realmente me gusta Mio, tiene tantas cosas hermosas, por eso me encanta y cada día lo enveneno un poco a la vista de todos, esperando su muerte.
Pasaron 10 minutos desde que comencé a calentar la cera, la paso por todo mi rostro, principalmente por los ojos, o lo mas posible sin que me impida ver al menos algo de la realidad, lo cubro todo, todo menos mi boca, la necesito para que todos escuchen todo lo que tengo para decir sobre Mio.
Cocí una sonrisa a mi rostro, y dibuje una lágrima invisible en mi mejilla. Tatué en mi espalda una herida blanca, y en mi pecho un escudo negro. Cerré el cerrojo de la luz, y permití que quedara únicamente dentro la noche.
La temperatura es menor a cero, las calles heladas, el césped blanco, la niebla tan espesa que no permite reconocer a quien estas viendo, reconoces la figura humana, pero nunca terminas de comprender si conoces o no a aquella persona.
De pronto la temperatura comienza a subir, sin motivo aparente, sube hasta tal punto que comienza a incendiar las casas de los demás, realmente intento apagar el fuego, soy el único que puede, pero mi tarea se dificulta, y si bien el incendio pude detener, los daños ya fueron hechos.
Mio estaba ahí, en la entrada de una casa, me mira fijo con su mirada fría, y su atuendo monocromático, siempre negro, siempre blanco, ve mi mascara, me aprueba con vehemencia, a cambio de su aprobación lo enveneno, pero parece que nadie se percata de ello, a nadie parece importarle como a mi que está muriendo, solamente yo lo quiero, nadie mas se preocupa por él. Muchos se alarman cuando me ven intoxicandolo, me molesta demasiado, es que... ¡¿Qué les importa lo que haga con él?!, no son ellos quienes viven a diario con él.
"¿Qué le pasa a todo el mundo?" Me pregunta, a lo que respondo "¿No ves? Tienen cosas mas importantes para preocuparse que por vos, tienen que pensar en cuanto dinero van a gastar en la salida de esta noche, o si los zapatos que usan van acorde a la ocasión. No sos tan importante como esas cosas, esas cosas valen mucho mas que vos". A veces lo veo y me pregunto si algún día dejara de sufrir, acaricio su brazo y el sentimiento empeora, le digo que no necesitamos de nadie mas, solo nosotros, y nadie mas. 
Sigo mi camino, alzo mi mirada y camino con fuerza. En cada paso dejo una huella de ceniza en el suelo, ceniza que se convierte en hielo, para luego ser derretida y hecha agua, volteo a ver mis huellas y ya no están, se evaporaron, ya se fueron, y forman parte del aire, están ahí, invisibles, pero están.
Me siento en un bar, pido una taza de agua bien fría, miro al costado, ahí estaba el nuevamente, Mio, sentado también. Me cuenta que Otros apareció, Otros abastece a Mio de amor, aquel amor que no puedo darle. Toda su vida intento acercarse a Otros, pero ahora que Otros intenta acercarse a él, Mio, intenta evitar en lo posible todo acercamiento. Sabe que al final siempre le causa dolor, y que no necesita a nadie mas que a mi. A veces abraza con dulzura arañando a Otros, dejandolos con pequeñas heridas, para su propio goce, otras veces grita con odio y desprecio pidiendo a suplicas un abrazo que lo repare, que lo rescate de este mundo al que no se siente parte, que le de lo que no tiene al menos cinco minutos, una noche, un día, una semana, o un mes, pero nunca mas que eso, porque sabe que las consecuencias podrían ser fatales para todos, sabe que la única manera de rescatarse a si mismo es permaneciendo únicamente junto a mi, porque yo tengo el poder de dirigir todo destinto, solo yo tengo el control de toda situación, es por eso que mi relación con Otros a veces se ve dificultada, Otros quiere dirigir también, y es realmente frustrante tener que recordarle que lo único que en verdad importa soy yo y nadie mas. 
Me traen mi taza de agua, pero no hay agua ahí, hay fuego, una taza de fuego. Me volteo rápidamente, la realidad se vuelve borrosa, puedo escuchar mi corazón latir demasiado fuerte, siento agua en las manos y sangre en las venas, sangre espesa que recorre cada parte de mi cuerpo, y un ente que solo yo puedo sentir, que me empuja a actuar, que me incita a atacar.
Lucho contra el y logro hacerlo calmar, pero cuando observo, nuestra lucha había llamado la atención de todo el lugar, al menos logre impedir la destrucción del mismo.
Me acerco a Mio, Mio se acerca a mi, lo veo en detalle y me dice "Tu mascara... Se derritió tu mascara". El fuego de la taza había derretido la cera, y quemado los hilos que amarraban la sonrisa a mi rostro.
Mio se fue y quede solo yo, ¿Quién soy?¿Que estoy haciendo acá?¿Realmente quiero esto que hago, esto que soy?¿Estoy seguro de lo que quiero?¿Que quiero? Me pregunte, creí saberlo pero ya nada de esto me parecía familiar, el tiempo iba tan rápido que me movía con lentitud, hasta llegar a donde antes estaba mio con mi mano.
Toqué el helado cristal, y comence a observar aquello que veia, vi una paleta de colores ordenados todos opuestos los unos de los otros, que de repente se entremezclaban formando tonalidades oscuras que emanaban calor de ellas, fuego, y en cada ardor se podía escuchar un sonido diferente formulando una melodía compleja. Soy el resultado de Otros y lo que Mio hizo con ese mismo resultado, soy la pasión y la calma, la quietud y el desenfreno, la locura y la cordura, la soledad y la compañía. Se cosas, pero parecen efímeras, lo importante y real, al segundo ya no esta. Mio también se fue, al igual que Otros, siempre me abandona, y en parte creo que esta bien que Mio se separe un poco de mi, no esta bien por su parte ser yo cuando yo estoy siendo él también.

jueves, 13 de abril de 2017

Sentir


Hace frío, me duelen los dedos, quiero guardarlos en los bolsillos, pero no puedo, siento dolor, siento, puedo sentir.
Me gusta el frío.
¿Me gusta el frío? ¿O me gusta el frío por descarte al despreciar el calor? O simplemente será el hecho de poder sentir, aunque sea dolor, sentir algo, algo diferente al monótono y rutinario vacío, diferente a la nada, diferente a aquello que yo mismo busco contradiciéndome con eso que tanto necesito pero repudio por miedo, la soledad.

Me tapo en telas negras, me coloco mi antifaz de misterio y seducción, abro la puerta.
Subo a la maquina de los deseos, en donde esas almas vacías de aire se transportan a fingir su realidad dentro de paredes musicales, techos luminosos repletos de noche y pisos llenos de desmesura.
Entre humo y risas me siento tan perdido, observo el mundo como siempre desde una perspectiva alejada, intentando analizar, juzgando y creyéndome juzgado, pero a mi no me pueden juzgar, no mientras no me saque mi antifaz.  Fui precavido, cosí el antifaz a mi rostro, así nunca se me caería. El problema es que ya no puedo recordarme sin él.

La música aumenta, y el techo de la maquina se abre, siento el viento, sentí el frío nuevamente, empecé a sentir la adrenalina helada una vez más, mi corazón latía rápido, podía escucharlo, era más fuerte que la música.
Cerré los ojos y vi a un niño, un niño que caminaba vistiendo una campera verde oscura abrigándolo, lo resguardada del frío, caminaba con su familia, una tarde de invierno en el puerto, una fría tarde de invierno en el puerto.

Abrí los ojos y volví a la realidad, a mi verdadera realidad, al presente, al presente real, a un presente descontaminado por un futuro inexistente, y un pasado acechante. Me pare, saque mi cuerpo por la abertura del techo y arranque de mi piel aquel oscuro antifaz, grite, grite tan fuerte como pude, grite de dolor, pero más aún, grite al animarme a no temer, no temerle a ese invisible futuro, e ignorar a aquel verdugo que me persigue en cada momento, que me controla, que me acorrala en cada movida de mi vida sin dejarme avanzar, que me lastima y domina, que se llama pasado y no puedo dejar ir.

Giro en círculos, mis ojos negros están cerrados, y sonrío.
Siento la magia del viento en mi rostro, mi pelo bailando al ritmo de una canción que repetía una y otra vez la frase "No quiero vivir para siempre, porque sé que estaré viviendo en el dolor"
Abro mis ojos y veo pasar las luces de la ciudad con velocidad, estiro mis brazos y libero la energía contenida en mi pecho por mi garganta.
Respiro profundo, siento la fuerza del mundo correr por mis venas, puedo sentir, me veo a mi, me veo, me veo vivo, estoy vivo.
Puedo escuchar, y puedo gritar, puedo cantar y puedo correr, puedo sentir y puedo amar, puedo llorar y puedo odiar, soy humano, soy solo eso, soy todo eso, un sencillo y complejo humano, un completo y vacío ser humano.

Ciudad de agua

"Dónde estás?" decía cada noche, cada doce de la noche, cada mes, y cada año.

En su imaginario el destinatario era siempre alguien diferente, un otro, aunque quizás no era más que siempre el mismo lobo.

En su realidad era un otro distinto a ella, pero en su invisible estado era ella.

Aquel reflejo al que siempre le preguntaba en donde estaba. Y si realmente se lo estaba preguntando a ella?

Perdida, sin saber dónde estaba o que estaba haciendo con su vida. Cegada y tapada de presiones, de obligaciones de ser o no ser.

"Dónde estás?" le decía a su frío reflejo, traslucido en el cristal del rutinario transporte madrugador que la llevaba a su centro de rehabilitación, su hogar. Centro de rehabilitación a la paz y calma, a un mundo sin gigantes de sacos y corbatas que señalan. A un mundo de sonidos liberadores, donde la guitarra y su voz generaban el equilibrio y compostura que necesitaba.

Mira la pantalla de su teléfono, doce y veinticuatro, se frustra al ver que pasaron de las doce en punto.

Se acuerda cuando todo era diferente, cuando era una persona diferente, cuando no estaba contaminado por el veneno de esa gran ciudad plagada de serpientes, de hienas, de buitres. De animales carroñeros que esperan a ver la muerte para alimentarse de lo poco que queda.

Se acordaba de las 00:00, como siempre pedía el mismo deseo. Como le decía, mirándolo a los ojos, que pidiera un deseo. Y ella, esperanzada, soñaba con que él deseara una vida juntos.

Y ahora se pregunta dónde está, si estará en los brazos de alguien más. 

Se pregunta si el agua va a seguir su camino, y ella, tan fuego, tan pasión, tanto que quema. Arderá siempre, quemando todo a su pasar. Marcando en su avanzar, o simplemente, se extinguirá y vivirá como una tenue luz apagada en un mundo de tanto mar, de tanta agua, de tanto frío.


sábado, 18 de marzo de 2017

El principito - Capítulo XXII (El zorro)

CAPÍTULO XXI

- Buen día - dijo el zorro.

- Buen día – respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta pero no vio a nadie.

- Estoy aquí – dijo la voz –, bajo el manzano...

- ¿Quién eres? – dijo el principito. – Eres muy bonito...

- Soy un zorro – dijo el zorro.

- Ven a jugar conmigo – le propuso el principito. – Estoy tan triste...

- No puedo jugar contigo – dijo el zorro. – No estoy domesticado.

- ¡Ah! perdón – dijo el principito.

Pero, después de reflexionar, agregó:

- ¿Qué significa "domesticar" ?

- No eres de aquí – dijo el zorro – ¿qué buscas ?

- Busco a los hombres – dijo el principito. – ¿Qué significa "domesticar" ?

- Los hombres – dijo el zorro – tienen fusiles y cazan. Es bien molesto ! También crían gallinas. Es su único propósito. ¿Buscas gallinas ?

- No – dijo el principito. – Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar" ?

- Es algo demasiado olvidado – dijo el zorro. – Significa "crear lazos..."

- ¿Crear lazos ?

- Claro – dijo el zorro. – Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo...

- Comienzo a entender - dijo el principito. – Hay una flor... creo que me ha domesticado...

- Es posible – dijo el zorro. – En la Tierra se ven todo tipo de cosas...

- Oh! no es en la Tierra – dijo el principito.

El zorro pareció muy intrigado:

- ¿En otro planeta ?

- Sí.

- ¿Hay cazadores en aquel planeta ?

- No.

- ¡Eso es interesante ! ¿Y gallinas ?

- No.

- Nada es perfecto... – suspiró el zorro.

Pero el zorro volvió a su idea:

- Mi vida es monótona. Yo cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen, y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida resultará como iluminada. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los demás. Los otros pasos me hacen volver bajo tierra. Los tuyos me llamarán fuera de la madriguera, como una música. Y además, mira ! Ves, allá lejos, los campos de trigo ? Yo no como pan. El trigo para mí es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. Y eso es triste ! Pero tú tienes cabellos color de oro. Entonces será maravilloso cuando me hayas domesticado ! El trigo, que es dorado, me hará recordarte. Y me agradará el ruido del viento en el trigo...

El zorro se calló y miró largamente al principito:

- Por favor... ¡domestícame ! – dijo.

- Me parece bien – respondió el principito -, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.

- Sólo se conoce lo que uno domestica – dijo el zorro. – Los hombres ya no tienen más tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres no tienen más amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame !

- ¿Qué hay que hacer? – dijo el principito.

- Hay que ser muy paciente – respondió el zorro. – Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...

Al día siguiente el principito regresó.

- Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; ¡descubriré el precio de la felicidad ! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos.

- ¿Qué es un rito? – dijo el principito.

- Es algo también demasiado olvidado – dijo el zorro. – Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas. Mis cazadores, por ejemplo, tienen un rito. El jueves bailan con las jóvenes del pueblo. ¡Entonces el jueves es un día maravilloso! Me voy a pasear hasta la viña. Si los cazadores bailaran en cualquier momento, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se aproximó la hora de la partida:

- ¡Ah! - dijo el zorro... - Voy a llorar.

- Es tu culpa – dijo el principito - yo no te deseaba ningún mal pero tú quisiste que te domesticara.

- Claro – dijo el zorro.

- ¡Pero vas a llorar!  – dijo el principito.

- Claro – dijo el zorro.

- ¡Entonces no ganas nada!

- Sí gano –dijo el zorro – a causa del color del trigo.

Luego agregó:

- Ve y visita nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Y cuando regreses a decirme adiós, te regalaré un secreto.

El principito fue a ver nuevamente a las rosas:

- Ustedes no son de ningún modo parecidas a mi rosa, ustedes no son nada aún – les dijo. – Nadie las ha domesticado y ustedes no han domesticado a nadie. Ustedes son como era mi zorro. No era más que un zorro parecido a cien mil otros. Pero me hice amigo de él, y ahora es único en el mundo.

Y las rosas estaban muy incómodas.

- Ustedes son bellas, pero están vacías – agregó. – No se puede morir por ustedes. Seguramente, cualquiera que pase creería que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas ustedes, puesto que es ella a quien he regado. Puesto que es ella a quien abrigué bajo el globo. Puesto que es ella a quien protegí con la pantalla. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres para las mariposas). Puesto que es ella a quien escuché quejarse, o alabarse, o incluso a veces callarse. Puesto que es mi rosa.

Y volvió con el zorro:

- Adiós – dijo...

- Adiós – dijo el zorro. – Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

- Lo esencial es invisible a los ojos – repitió el principito a fin de recordarlo.

- Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante.

- Es el tiempo que he perdido en mi rosa... – dijo el principito a fin de recordarlo.

- Los hombres han olvidado esta verdad – dijo el zorro. – Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...

- Soy responsable de mi rosa... - repitió el principito a fin de recordarlo.

jueves, 9 de marzo de 2017

Instantes

Si pudiera vivir nuevamente mi vida, 
en la próxima trataría de cometer más errores. 
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. 
Sería más tonto de lo que he sido, 
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. 
Sería menos higiénico. 
Correría más riesgos, 
haría más viajes, 
contemplaría más atardeceres, 
subiría más montañas, nadaría más ríos. 
Iría a más lugares adonde nunca he ido, 
comería más helados y menos pastas, 
tendría más problemas reales y menos imaginarios. 

Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolijamente cada minuto de su vida. 
Claro que tuve momentos de alegría. 
Pero si pudiera volver atrás trataría 
de tener solamente buenos momentos. 

Porque de eso está hecha la vida, sólo de momentos, momentos para no perderlos nunca, no te pierdas el ahora. 

Yo era uno de esos que nunca 
iban a ninguna parte sin un anticlergico, 
una muda de ropa, un impermeable y un paracaídas. 
Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano, y comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera, y seguiría descalzo hasta concluir el otoño. 
Daría más vueltas en calesita, 
contemplaría más amaneceres, 
Iría a más bailes, 
Regalaría más flores, 
Y amaría más mujeres, 
Si tuviera otra vida por delante, pero no tengo otra vida por delante, y no puedo volver atrás. 





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AUTOR:
Jorge Luis Borges - Instantes

miércoles, 8 de marzo de 2017

Solitaria despedida de un adiós anunciado

Estoy solo, estoy solo y parado en ésta esquina sin esperar a nadie.
Estoy solo, estoy solo en esta gran ciudad llena de gente sola que va y viene sin mirarse siquiera.
Ojala pase algún amigo, un pariente, un conocido, alguien a quien contarle mis penas, alguien que sepa de tristezas y sinsabores, no uno de esos tarados a sueldo del optimismo, que se ríen de todo, todo el tiempo.
Si no cuento lo que pasa no sé que va a pasar. ¿No hay nadie que quiera oír lo que me pasa? ¿A nadie le interesa una cursi, anónima historia de amor?
A quién le va a importar, a quién le va a importar, si no te importa a ti, que me dices adiós amándome aún.

Te has convertido en una despreciable represora, has traicionado todos los cantos de libertad que cantaste durante tantos años y a cualquier hora, eres en el fondo el verdugo de tu corazón lo has condenado a la desdicha por desacato, por decirte lo que siente y lo que piensa, porque me sigue amando contra tu voluntad, lo estas torturando al pobre como torturaba la inquisición los corazones mas nobles e independientes. Quieres que abjure que niegue su convencido amor, y estas azotando tu cuerpo por la misma causa, porque todavía me desea y me reclama a tu pesar.
¿Qué te ha sucedido? ¿Quién te lavo el pelo y también el cerebro? De cualquier modo en esta represión sucumbirá solo tu amor, le tiraras a quemarropa solamente a tus sentimientos, estoy seguro que tu sexo quedará desparramado por las calles de un futuro sórdido y confortable.
Ningún arrepentimiento te salvará de la maldición de tu alma, vivirás acosada por las demandas de tu corazón y tu cuerpo te echara en cara el goce y la dicha que le privaste.

Cuando después de todo lo bueno que nos pueda pasar en este mundo y tanto tú como yo con nuestras vidas rehechas, lejos de nuestras vidas nos volvamos a ver, estoy seguro de eso, en una calle cualquiera, en un café, en la parada de un taxi, a la salida de un banco o en un supermercado. Seguramente nos miraremos sorprendidos, y no sabremos qué decirnos, si darnos un beso o darnos la mano como dos viejos amigos, o simplemente seremos dos simples desconocidos observándonos hipócrita fe y esperanza de no recordar aquel viejo sentir.

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AUTOR
Gian Franco Pagliaro
Segmentos de: "Estoy solo" - "La despedida" - "Un adiós anunciado"

martes, 14 de febrero de 2017

¿La vida o la muerte?

¿Y si es todo? ¿Y si la vida se acaba?

Quizás de eso se trata la vida, de recorrer un camino sinuoso plagado de espinas y rosas, donde en cada paso adquirimos conocimiento y sabiduría.

¿Y si una vez que alcanzamos determinado nivel de sabiduría se acaba todo? Se acaba el tiempo, se acaba la vida, se acaba la muerte viva, el dolor vivo.
Y es que puede sonar algo decadente esto, pero es que mientras más conocemos, más sabiduría obtenemos, y mientras más la tenemos más crece nuestro cerebro y nuestra capacidad de pensar y reflexionar, mientras más pensamos más nos entristecemos, porque la vida en profundidad está plagada de tristeza, miseria y odio.

Pienso y luego me entristezco, me entristezco al observar a la humanidad odiarse los unos a los otros, lo hago al notar como competimos por quién lastima más, por quien se aprovecha más del otro, por quien tiene más y quien tiene menos, por demostrarle al otro lo miserable que es.
Sentimos poder, nos sentimos superiores al hacer sentir eso al otro, y todo se debe a esa inseguridad propia que tenemos como cualidad humana.

Y ahora la pregunta es ¿vale la pena estar vivo? Tolerar tanto sufrimiento ¿para qué?.

¿Y si la vida en realidad es mucho más que esto? ¿Y si simplemente disfrutamos de aquellas pequeñas cosas que hacemos a diario?

Es el miedo el responsable de todo, si simplemente viviéramos nuestra propia vida, sin molestar a nadie más, metiéndonos en nuestros propios asuntos, y principalmente haciendo todo aquello que anhelamos hacer, todo sería diferente.

Eliminar el miedo para que el día de mañana la famosa pregunta "¿Y si hubiera...?" no nos carcoma el alma y la cabeza.

jueves, 2 de febrero de 2017

Tengo miedo

Y se nos pasa el tiempo, lo retenemos, pero corre violentamente. Se nos escapa como agua hirviendo entre los dedos, haciendo doler, dejándonos marcas y a veces permanentes.

Dejamos que el mundo nos avance, que la sociedad nos aplaste, que el otro nos defina y codifique.

Le tengo miedo al otro. Me aterra la gente. 

Es como una jugada de la batalla naval, existe una barrera en medio de dos personas y no podes ver qué hay del otro lado. Yo digo B2 y me responde agua. Es realmente agua? Y si toqué el bote? Y si le hundí el bote? Y si me está mintiendo?

Es el problema.

El otro tiene estrategias, juega con una mano invisible, y si en realidad no existe un otro? Y si ese sujeto invisible es un reflejo de mis propias inseguridades? Y si es todo producto de mi propio Yo narcisista? 

Que garantía tengo de que no es todo más que un retrato de una bella realidad inexistente? 

Se me va el tiempo, el fuego, la vida y la fe.


sábado, 28 de enero de 2017

Soltar

Somos quienes somos por todo lo que hemos vivido, por todo lo que alguien nos dejó, y por lo que se nos fue quitado, gracias a aquello que no se nos dio, gracias a aquello que nunca pasó, lo que fallo, lo que nunca alcanzó a concretarse.
En el medio de todo aquel vorágine de sentimientos que nos encontramos en el amor preferimos negar, pensar "Esta persona no me va a lastimar".
Justificamos, negamos para autoconvencernos de que no nos está intoxicando lentamente.
Y aunque juramos una y otra vez que no hay nada de malo, y que esos "detalles" los aceptamos, pero más que aceptar es tolerar, jugar a quien aguanta más, quien es él más fuerte, quien se ahoga primero. Es eso el verdadero veneno que va matando lentamente.
Y nos encegecemos, y no queremos ver, porque creemos que es mucho más fácil no ver la cruda realidad. Es en el momento culmine, cuando la negación llegó a un punto crítico, donde el dolor está rasgando, donde la agonía se vuelve insoportable, cuando llega el momento de enfrentarnos, cuando la vida se nos pone en frente con su frío rostro y sonrisa perversa para decirnos, es hora ya, es hora que abras los ojos de una vez, esta es la realidad, y tenés que hacerte cargo.
¿Por qué queremos autoconvencernos de ser amados? ¿Por qué preferimos cerrar los ojos y sólo tomar las migajas de un falso amor? ¿Por qué nos defraudados tanto de alguien siendo que era un final inminente? un final que podíamos percibir, se respira en el viento, el asombro del descubrimiento de la verdad del desamor, no existe persona más vulnerable a creer en algo no real que aquella persona que anhela que la mentira sea cierta. ¿Cómo pudimos pensarnos queridos cuando no lo fuimos?
Es una imposibilidad aceptar con una sonrisa todas las desdichas, pero es lo más sano aceptar la verdad que no queremos asumir, eso que nos lastima no siempre puede ser sanado con amor, que naturalmente estamos solos, que hay que aceptar al amor con lo bueno y con lo malo... Y por sobre todo que a veces nos toca perder...
Perdemos en la muerte, en el abandono, en el reemplazo, siguiendo adelante. Perder es renunciar consciente o inconscientemente a algo,  un amor, un sueño, un anhelo, un deseo, la muerte de la esperanza...
Muchas veces es tan necesario soltar aquello que una vez nos salvó, nos hizo sentir vivos, y creemos que va a ser así por siempre, pero hay que reconocer que es lo más sano, nada es eterno más que la muerte, todo cumple un ciclo, y es necesario saber cuando ese ciclo se acaba, es necesario soltar las cosas a las cuales nos aferramos intensamente creyendo que tenerlas es lo que nos va a seguir salvando, devolviéndonos a la vida.