viernes, 7 de julio de 2017

Una taza de agua, una taza de fuego: Mio

¿Estoy listo? Me mira fijo, aquella copia siempre vestida tan monocromáticamente, siempre es negro, siempre es blanco.
Lo busco en detalles defectuosos, tiene tantos. Intento tapárselos, o al menos que se vuelvan lo mas poco perceptibles para todo aquel que pueda ver.
Lo odio tanto, lo odio tanto que me preocupa demasiado, lo admiro, quiero que este bien, que sea feliz, realmente me gusta Mio, tiene tantas cosas hermosas, por eso me encanta y cada día lo enveneno un poco a la vista de todos, esperando su muerte.
Pasaron 10 minutos desde que comencé a calentar la cera, la paso por todo mi rostro, principalmente por los ojos, o lo mas posible sin que me impida ver al menos algo de la realidad, lo cubro todo, todo menos mi boca, la necesito para que todos escuchen todo lo que tengo para decir sobre Mio.
Cocí una sonrisa a mi rostro, y dibuje una lágrima invisible en mi mejilla. Tatué en mi espalda una herida blanca, y en mi pecho un escudo negro. Cerré el cerrojo de la luz, y permití que quedara únicamente dentro la noche.
La temperatura es menor a cero, las calles heladas, el césped blanco, la niebla tan espesa que no permite reconocer a quien estas viendo, reconoces la figura humana, pero nunca terminas de comprender si conoces o no a aquella persona.
De pronto la temperatura comienza a subir, sin motivo aparente, sube hasta tal punto que comienza a incendiar las casas de los demás, realmente intento apagar el fuego, soy el único que puede, pero mi tarea se dificulta, y si bien el incendio pude detener, los daños ya fueron hechos.
Mio estaba ahí, en la entrada de una casa, me mira fijo con su mirada fría, y su atuendo monocromático, siempre negro, siempre blanco, ve mi mascara, me aprueba con vehemencia, a cambio de su aprobación lo enveneno, pero parece que nadie se percata de ello, a nadie parece importarle como a mi que está muriendo, solamente yo lo quiero, nadie mas se preocupa por él. Muchos se alarman cuando me ven intoxicandolo, me molesta demasiado, es que... ¡¿Qué les importa lo que haga con él?!, no son ellos quienes viven a diario con él.
"¿Qué le pasa a todo el mundo?" Me pregunta, a lo que respondo "¿No ves? Tienen cosas mas importantes para preocuparse que por vos, tienen que pensar en cuanto dinero van a gastar en la salida de esta noche, o si los zapatos que usan van acorde a la ocasión. No sos tan importante como esas cosas, esas cosas valen mucho mas que vos". A veces lo veo y me pregunto si algún día dejara de sufrir, acaricio su brazo y el sentimiento empeora, le digo que no necesitamos de nadie mas, solo nosotros, y nadie mas. 
Sigo mi camino, alzo mi mirada y camino con fuerza. En cada paso dejo una huella de ceniza en el suelo, ceniza que se convierte en hielo, para luego ser derretida y hecha agua, volteo a ver mis huellas y ya no están, se evaporaron, ya se fueron, y forman parte del aire, están ahí, invisibles, pero están.
Me siento en un bar, pido una taza de agua bien fría, miro al costado, ahí estaba el nuevamente, Mio, sentado también. Me cuenta que Otros apareció, Otros abastece a Mio de amor, aquel amor que no puedo darle. Toda su vida intento acercarse a Otros, pero ahora que Otros intenta acercarse a él, Mio, intenta evitar en lo posible todo acercamiento. Sabe que al final siempre le causa dolor, y que no necesita a nadie mas que a mi. A veces abraza con dulzura arañando a Otros, dejandolos con pequeñas heridas, para su propio goce, otras veces grita con odio y desprecio pidiendo a suplicas un abrazo que lo repare, que lo rescate de este mundo al que no se siente parte, que le de lo que no tiene al menos cinco minutos, una noche, un día, una semana, o un mes, pero nunca mas que eso, porque sabe que las consecuencias podrían ser fatales para todos, sabe que la única manera de rescatarse a si mismo es permaneciendo únicamente junto a mi, porque yo tengo el poder de dirigir todo destinto, solo yo tengo el control de toda situación, es por eso que mi relación con Otros a veces se ve dificultada, Otros quiere dirigir también, y es realmente frustrante tener que recordarle que lo único que en verdad importa soy yo y nadie mas. 
Me traen mi taza de agua, pero no hay agua ahí, hay fuego, una taza de fuego. Me volteo rápidamente, la realidad se vuelve borrosa, puedo escuchar mi corazón latir demasiado fuerte, siento agua en las manos y sangre en las venas, sangre espesa que recorre cada parte de mi cuerpo, y un ente que solo yo puedo sentir, que me empuja a actuar, que me incita a atacar.
Lucho contra el y logro hacerlo calmar, pero cuando observo, nuestra lucha había llamado la atención de todo el lugar, al menos logre impedir la destrucción del mismo.
Me acerco a Mio, Mio se acerca a mi, lo veo en detalle y me dice "Tu mascara... Se derritió tu mascara". El fuego de la taza había derretido la cera, y quemado los hilos que amarraban la sonrisa a mi rostro.
Mio se fue y quede solo yo, ¿Quién soy?¿Que estoy haciendo acá?¿Realmente quiero esto que hago, esto que soy?¿Estoy seguro de lo que quiero?¿Que quiero? Me pregunte, creí saberlo pero ya nada de esto me parecía familiar, el tiempo iba tan rápido que me movía con lentitud, hasta llegar a donde antes estaba mio con mi mano.
Toqué el helado cristal, y comence a observar aquello que veia, vi una paleta de colores ordenados todos opuestos los unos de los otros, que de repente se entremezclaban formando tonalidades oscuras que emanaban calor de ellas, fuego, y en cada ardor se podía escuchar un sonido diferente formulando una melodía compleja. Soy el resultado de Otros y lo que Mio hizo con ese mismo resultado, soy la pasión y la calma, la quietud y el desenfreno, la locura y la cordura, la soledad y la compañía. Se cosas, pero parecen efímeras, lo importante y real, al segundo ya no esta. Mio también se fue, al igual que Otros, siempre me abandona, y en parte creo que esta bien que Mio se separe un poco de mi, no esta bien por su parte ser yo cuando yo estoy siendo él también.