jueves, 10 de enero de 2019

Encadenado

Las gotas que caen formando la banda sonora de un lúgubre amanecer de Diciembre, o cualquier otro mes del año.

Vuelve a casa,
Y no sabe donde vive
"Se fuerte, se fuerte" se repite.
Es el mantra que grita desde pibe.

En soledad contra el mundo.
Su alma así lo percibe.

Los mudos grillos anunciando el cambio de estadío, el salto de un camino al otro, el salto de los senderos paralelos, en donde se ensaña por volverlos transversales, líneas convexas respetando la lejanía del sonido de los libres zorzales.
El peaje a la libertad es la soledad, en donde la luna diurna quema más allá de su ausencia, gracias a la compañía de su fiel aliada la humedad.

Quiere volver a su casa,
La tormenta lo abraza
Y está solo, su mirada en el espejo lo devasta.

Busca un refugio que le devuelva la fe, que le permita soñar, recordarle que está vivo.
Soltando la soga aferrada a lo que nunca fue.
"Se fuerte, se fuerte" repite otra vez.

Densidad, asfixia, falta de aire.
Apnea.

Vueltas en el piso,
Helado y abandonado.
Desesperado, en busca de quien lo abrace y le susurre al oído utópicos ideales de un mundo soñado.

Vive de los aplausos, se alimenta de ensueños.

"Se fuerte, se fuerte" se repite otra vez.

Un imposible tal vez, sumido en un ciclo de ser consumido para consumir, carcomiendo los sueños y los deseos para morir.

Vuela libremente en su jaula la golondrina. Con la seguridad que le genera ver el mundo detrás de un enrejado, a salvo de un mundo plagado de amenazas que vive el zorzal.

Sus muñecas sanaron pero sus pulmones son negros.
Su corazón sangra para respirar.
Sus oídos no se enteran las palabras crueles que escucha en cada amanecer, en cada reflejo, en cada instante congelado a través del minúsculo espejo negro.

"Sos débil, sos cruel" se repite autoculpandose.
Su mirada brillante apagó el reflejo del sol
Sus lagrimas encontraron refugio en el silencio
Y su boca anuncia un gris soliloquio, con piel de cachorro bajo la lluvia, que acongoja la madera del living, mojada por la lluvia que entra desde la ventana abierta del balcón.

"Los pájaros ya no cantan conmigo
Y mi voz sin consuelo busca lo desmedido.

El latido más grande, extendido en el tiempo por el odio y la frustración, aferrado a un miedo que es el olvido, me ha robado a mi vida todo claro color. Se adueñó de mi alma y ahora ya no se quien soy".