No soy luz dorada, soy efímero y destructivo como el rayo.
Soy el huracán y
la desolación del después,
La violencia bajo
la lluvia torrencial y la post calma silenciosa, el silencio de la soledad; del abandono.
El silencio de la
nada.
No soy luz dorada, soy efímero y destructivo como el rayo.
Soy el huracán y
la desolación del después,
La violencia bajo
la lluvia torrencial y la post calma silenciosa, el silencio de la soledad; del abandono.
El silencio de la
nada.
Don't bored of loving,
It scares cuz always end up crying.
Im still learning to love myself,
But want me to hurt,
And maybe i will finally learn.
Hace una semana conseguí mi documento, y mientras vuelvo a casa me pregunto qué es el cariño cuando se disfraza de batallas por ganar.
Qué hay atrás de tu necesidad por las medallas de mi salvación. Supongo que nunca te importe lo suficiente, porque nunca te importó nada más que vos. Y lo que veías en mí, era todo lo que podías salvar, lo que podías redimir, las culpas que podías expiar. ¿Necesitas mi vergüenza para reclamar tu orgullo?
Hace una semana no conseguí una mierda, porque acá esta todo igual, porque en casa siempre llueve y hace calor.
Que combinación tan molesta y desagradable, que histeria me da la humedad. Aunque todo mejora cuando el calor se va, y vuelvo a caminar sobre el otro extremo borde, en donde este momento simplemente me resulta esplendido. Y vuelve a hacer calor, y no le creo nada a nadie, y todos mienten, y todo me irrita; el trabajo, la obra social, el alquiler y tu estúpida hipocresía. Tu falsa cercanía, tu cordial maquillaje podrido y tus palabras coloridas tan vacías.
Hace una semana que sigo buscando despertar alguna emoción en algún sentimiento, pasando por las calles que alguna vez pase, repitiendo viejos rituales, fumando en alguna parada de colectivo en la que me refugie para no volver a mi casa (porque cualquier lugar era mejor que volver a casa).
Hace una semana que sigo renegando de mí mismo, y hace una vida que sigo peleándome contra el mundo para convencerme de que nadie lo vale.
Hay olor a azufre en la tierra de piedra ardiente,
de raices heladas y sedientas,
de pantanos atrapantes y lagos inmovilizantes,
de cipreses y robles, de manzanas y serpientes
Sabe a veneno y sabe a pasion
Se siente el fuego y se siente el horror
Se siente en los brazos el filo y el amor
La ceniza sobre los hombros que enloquece, la curva que nos arrastra hasta la muerte
El dulce sabor del veneno, y la vuelta a las rosas celestes, que mueven la noche en el auto que se mese
En la luna de sangre que ilumina la peste
En olas de rencor y gritos de terror.
El acantilado iluminado por la luz que se filtra entre los manzanos,
La luz que desprende la ciudad.
Una ciudad que desprende soledad, que muere cuando hace frio y vive cuando muere de calor,
Hay un castillo que huele a azufre
Que vive cuando el invierno se hace humano, y muere cuando llega el verano.
Hay un reino que no existe, y hay un prisionero que se sienta a esperar.
Hay cenizas que recisten, y hay pisadas de un alma triste.
Hay un ruido que se hace sigilo,
Porque cuando un sonido es constante se vuelve silencio,
Porque una marcha que nunca para se vuelve circular,
Y un trauma que nunca se detiene se vuelve lo normal.
Hay un trono sin rey, y esclavos que quieren ser pisoteados,
Hay un prisionero traumado que se sienta sobre el trono volcado.
Hay un prisionero con corona,
Hay un prisionero que no abandona el abandonado y sombrio palacio,
Que enarbola su bandera
Y da batalla a quien hubiera de entrar, con el objetivo unico de matar o dejarse asesinar.
Hay soledad y hay necesidad,
Hay raices heladas y sedientas,
Y hay pantanos obligados a vivir entre tormentas.
¿Hasta dónde te pueden arrastrar?
¿Hasta qué parte siniestra y oscura te pueden obligar a llegar?
¿Cuánto es lo que te pueden arrebatar?
¿Qué tanto de vos estas dispuesto a perder?
¿Hasta cuánto puede llegar a aguantar un cuerpo?
¿Cuánto puede aguantar una mente? Un alma, un corazón.
¿Qué tan puro puede permanecer el amor?
¿Qué tan intacto puede llegar el deseo? Cuando se está obligado a caminar sobre un campo de clavos oxidados.
¿Qué tan humillado y desgastado se puede sentir un hombre? Cuando expresa lo que siente y le golpean la cara con El manual de Vida.
¿Qué tanto?
¿Por qué tanto?
Por qué es que aceptamos la ley divina como natural si para todos nos representa una vejación
Por qué no vemos el poder que tenemos cuando todos gritamos en comunidad
¿Por qué no tenemos fe en nosotros? Pero la depositamos en poderosos, que condenan lo real de la vida a un eterno castigo intergeneracional
No tenemos fe, porque se nos fue arrebatada hace tiempo.
No tenemos fe, porque nos acomodaron desde que nacimos.
Nos clasificaron, nos etiquetaron, nos determinaron y nos vendieron a un sistema que impulsa la desigualdad camuflada por luchas placebo.
Perdimos el deseo, cuando nos arrebataron la capacidad de amar y nos metieron a la fuerza la necesidad de producción.
Nos olvidamos de lo esencial, de lo bello, de la magia, de lo sencillo.
Y nos enseñaron a mofarnos de lo inocente, a recortar sonrisas y descartar todo lo no esté lubricado.
Encontraron la forma para desgastarnos sin que nos diéramos cuenta.
Encontraron la manera para que seamos nosotros quienes permitan ser extirpados de sentimientos, de razón, de empatía, de amor.
Encontraron la forma justa para darnos todo y darnos nada a la vez.
Entendieron nuestra debilidad; lo cómodo.
Por favor, no dejes que los bastardos te desgasten.
Hay amores que trauman,
Amores que matan.
Otros más suaves que solo dañan,
Aterciopelados que solamente engañan.
Dicen por ahí que hay amores que sanan,
Amores que atan,
Amores que se ensañan en demostrar que su amor es el que más se extraña.
Hay amores que marcan el comienzo del precipicio y el final del abismo.
Hay amores que traban en el tiempo una estaca de elementos inconscientes,
que se matan por ver quién es el más fuerte.
Hay amores que desgarran y amores que des-arman.
Hay amores que adulan,
Que nunca maduran,
Que vuelven a su ciclo sin fin de eterna misericordia.
Que esperan que algún día, se vuelva la agonía un recuerdo de lo que tanto se suponía.
Hay amores que se estancan en la memoria,
Que anclan en los miedos,
Que condicionan y escarban entre egos,
Que siempre se escurren entre los dedos del más fuerte de los deseos.
Hay amores que se ensañan en repetirse en máscaras y actores
Amores que no aprenden
Amores que no existen
Y amores que se resisten
Hay amores que se sueñan
Y amores que se desprecian.
Hay quienes sueñan que aman
Y quiénes aman a quien desprecian.
Hay temores que se aman
Y por temor es que se dejan.
Hay amores que se temen
Y personas que se alejan.
Hay amantes
Hay actores
Los hay intermitentes
Y los hay soñadores.
Hay amores que trauman,
Que marcan un quiebre.
Hay amores que dañan,
Y muchas veces para siempre.
Estaba viendo televisión y pasaron una publicidad de Sushi.
Promocionaban una nueva marca que había llegado a la ciudad con
el objetivo de quitarle la pretensión que tiene comer pescado
envuelto en arroz y alga.
Casi al final del comercial, habían varias palabras en las
que hacían énfasis, pero hubo una oración en particular que me
quedó resonando; "Lo hacemos fácil, nos encargamos de llevarte
tu ritual a tu casa sin que tengas que moverte ni esforzarte
por nada más que disfrutar".
Disfrutar. Esa palabra
se quedó en mi cabeza, retumbando con un eco profundo que no me dejo
concentrarme en nada más.
Pensé en mi trabajo, en todas las atenciones que existen para
los cliente. En como somos sirvientes entre nosotres mismes y
cooperamos para vivir en una casa más hedonista.
Una casa dónde
el entorno se esfuerza para que el individuo disfrute, solamente
disfrute, que tenga a su fácil alcance todas las posibilidades de la
forma mas cómoda.
Pero el disfrute solamente como un resultado, obtener ese resultado de goce, sin el trabajo previo de búsqueda. ¿Pero el hedonismo como único punto de partida y de fin, no acarrea a su vez un sentimiento de vacío?
Pasar una vida de pica flor aburguesado, dónde lo único que hace es volar en búsqueda de flores, de polen, de néctar. De éxtasis, donde en lugar de volar en búsqueda de, simplemente se queda en su lugar sin hacer ningún movimiento, sin hacer ningún esfuerzo, ni atravesar tormentas, vientos, tempestades, otros picaflores que quizás querrán nutrirse de la misma flor, u otros insectos que sean su competencia. Hasta quizás animales que le signifiquen depredadores.
Un colibrí que no necesita hacer movimiento alguno para llenarse el pico de polen, porque todo lo tiene cerca, todo a su al rededor lo tiene todo el tiempo, no necesita esperar a que las flores florezcan en primavera porque están ahí siempre a su disposición.
Esa falta de vuelo, de lucha, de competencia, de búsqueda. ¿Esa falta es probable que confluya en angustia?
¿Por qué generaría angustia el placer sin el esfuerzo de luchar por conseguirlo?
¿Por qué generaría angustia la comodidad?
¿Será la
monotonía del mismo cómodo ambiente lo que genera ansiedad?
¿La
falta de cambios en el entorno quizás?
El silencio, lo constante, lo que no cambia, lo inmutable, lo finito, lo estático, la aburrida muerte, un aburrimiento patológico inducido por la ironía de querer vivir haciendo lo que querés. Repitiendo un cuento desde los ojos del ayer, anclados en el tiempo presente, porque el capitán del barco ha muerto, y la tripulación no sabe a dónde ir.
Porque yo ya no sé a dónde ir y porque todo lo que un día
quise era libertad
O direcciono mi barco a nuevas rutas de viaje o permito al agua y al polvo que me erosione cuando me sepulte en el tiempo.
Pero lo peligroso de todo esto no es ni el barco ni el colibrí, sino lo seductora que puede llegar a ser una publicidad de Sushi.
Como le pido a una rosa que se quite sus espinas cuando todos la quieren devorar?
Como le explico a una callejero que no muerda cuando ya alguien limo sus colmillos?
Como le digo a mi corazón que confíe cuando los puñales no dejaron lugar sin perforar?
Como hago para convencer a un clavadista que hay agua cuando ya perdió la cuenta de las contusiones que tuvo?
Como no ponerse a cubierto cuando el reverso del reflejo es una fachada de falsedad?
Como armonizar la mente cuando es el método socratico lo que inunda cada pensamiento?
Como no ofender al silencio si la hipocresía de tus palabras hacen día tu desprecio?
Como te miro a los ojos si atrás de tus espejos solo veo estorbos que te faltan al respeto?
Como me tranquilizo en el infierno si la luz de mi fuego es hastío en tus versos?
Como confío y como les creo si mi cuerpo me recuerda cicatrices de cuando yo me sentí pleno?
Estoy sólo, solo y desnudo frente a la bruma.
No estoy bien y nunca la estoy.
Y tampoco se si quiero estarlo.
Mude mi piel pero no mi carne.
Mude mi piel cuando creí que el peso del mundo se había vuelto polvo. Que todo lo que el fuego del infierno hacia verbo se despedía como viejas escamas, viviendo en el olvido, enredadas entre las ramas del adiós.
Mude mi piel, cambie de abrigo.
Me volví infiel conmigo, me convencí que Soledad había muerto, pero el único muerto era yo.
Ella encerrada, y dijeron que ella era yo.
Porque soñadora y feliz lo único que quería era sacudir. Romper lo cómodo, desear y nunca dejar de amar.
Mi hermosa y lejana Luna Perpetua, te volviste Soledad en las lagrimas de Angustias, mientras que te sepultaba en la Negación.
Que pena pensar en tus mutaciones, mi pequeña Camila. Soledad, Angustias. Siempre única.
Cuando mude de piel y creí que el peso del mundo se había vuelto polvo, fue Libertad quien endulzo tus ojos, mi tan severo Mio.
Con miel espesa y brillante Libertad se encargo de atascar a Mio.
Y ya no era cera caliente. Ya no ardía. Ya no dolía.
Ya no había fuego, ni había agua.
Ya no veía. Mio ya no había.
Todo estaba bien, optimo, esplendido, correcto. Cómodo.
Pero el confort no siempre se lleva bien con la felicidad, menos cuando es la Libertad quien hace que falte la falta.
Enredado como oruga en su seda cruda. Sin necesidad del alimento de Otros. Acomodado en mi colmena, donde no hay otros cuerpos para odiar, para olvidar, para amar.
Otros... mi espejo subestimado mas odiado, mi reflejo de colores contrastados. Ya te había olvidado... ¿Cómo me permití olvidarte?
Sin ojos para ver, sin manos para tocar.
Sin labios para besar, sin brazos que abrazar.
Sin palabras para pronunciar, sin escenarios para pisar.
La puesta en escena es el todo y el todo soy Yo. Porque cuando duelen los pies de tanto bailar, y las manos de tanto tejer, se presenta mejor Angustias con mascaras griegas.
Inmunda Libertad, te desafío a un duelo naval, sin trampas, sin vendas, sin miel.
Sin engaños. Sin mascaras.
Compulsión a la repetición. Tsunami otra vez ¿Volvemos al 2010?
Barco averiado.
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Da pánico Angustias, pero mas pánico da el sedante de vivir una vida libre sin libertad.
Me tenes atado mirando recuerdos en la ventana. En un eterno coma inducido, asustado, paniqueado al ver frente a frente el bosque prohibido. Un bosque de Pinos sin desatar, Sauces sin pronunciar y Lagos sin disfrutar.
Quema, arde, es agónico ser un bosque perdido entre edificios ruidosos. Porque un bosque no puede habitar una ciudad.
Porque el esfuerzo de la tala es desgastante, la fatiga del recorte, de la censura, de la mesura de cada rama, porque a algún turista sin alma le pueda llegar a molestar.
Porque permití secar mis pantanos cuando temían ser inundados, empapados, sumergidos, ahogados.
Prometí secar mis pantanos cuando mude mi piel, renuncie a mi densa vegetación. y arroje todas mis semillas al lago del olvido. Renuncie a mi calor, renuncie a la noche que iluminaba mis días.
Porque cuando seque mis pantanos renuncie a todo y me olvide de mi. Porque cuando vuelvo la vista atrás lo único que hay es un campo muerto, que ha renunciado en su totalidad a la esperanza de vivir.
1 Fui su majestad, y pronto pase al llanto con su consuelo.
2 Fui el grito del rechazo y la depresión preparando el terreno.
3 Llore la angustia y me alce enarbolando la reivindicación del grito del rechazo.
4 Me revele, me volví magia e hice arder hasta el hartazgo
5 Me adapte y comenzó mi anhedonia.
6 Me resigne y caí nuevamente en la agónica depresión.
Hace unos años que veo mariposas zombies, hambrientas de fin de semana, hambrientas de carne, de cuerpo, de vida. Expectantes, como buitres a la carroña, a un par de ratas que juegan con la cabeza de sus compañeras que no lo lograron. Insuficiente.
Insuficiente
es el tiempo, es el alimento, es el llanto, insuficiente es el dolor,
insuficiente es siempre la presión que marchita las delicadas alas de las hadas
soñadoras que se vuelven muertas, aunque estén con vida.
Hace
unos años que ya no veo aves renacer de las cenizas de sus hermanas, porque los
ríos que forman el sistema de riego que alimenta a quien nos alimenta nos
cierra las puertas y nos corta las manos si intentamos empujarlas. Porque no
hay lugar para los que sueñan, porque no hay fuego y ya no hay espacio que no se rellene con un
saldo impago, porque las fichas del juego no son retornables, porque
coleccionar las plásticas fichas de colores tiene como fin único
coleccionarlas.
Hace
unos años que ya no creo poder iluminar la noche con tan solo sonreírle a las
estrellas.
Hace
unos años que nos veo, angeles caidos de rodillas, vendernos ante lo que más
repudiamos, entregando a cambio lo que más añorábamos.
Una
flor por un papel
Un
atardecer entre tres por un grupo de cajetillas aduladores
Un
cuadro liberador por una fibromialgia insoportable
Una
canción gritada por un trastorno de ansiedad generalizada
Un
título universitario por un miedo a lo equivocado
Una
profesión de clientes por el hambre de los inocentes
Un
sueño adolescente por los objetivos a tiempo presente
Este
texto desesperado por mil objetos cuestionados, postales abandonadas, que
devienen de lo que se palpa a lo que se prioriza, lo etéreo.
Un
espíritu abrumado por la revelación interna, por el insight. Ciego de mirar
directo al eclipse solar incluso hasta cuando no se debía ver.
Un
amor dispuesto a volverse a llenar por un cuerpo plasmado en una esquina
virtual, enraizadas desde Argentina hasta Marruecos.
Ideas
desahuciadas por el resplandor de una microscópica esperanza que es utópica.
Hace
unos años que veo anarquistas, lingüistas, senderistas, poetas, depresivos y boludos alegres a tiempo completo. Veo religiosos y sectarios, veo artistas y lo peor es que me veo ahi. Veo mentirosos profesionales y los veo drogadictos, veo adictos, veo necesitados. Veo hambre y veo desesperación.
Veo
sicarios y no veo elección, veo imposición. No veo ni un poco de alegría, veo neuróticos
infelices presionados por titiriteros psicóticos.
Veo
llanto y pieles rasgadas ante una vida de miseria y melancolía selectiva. Siento
humos de paz dispersarse en mis venas, floreciendo pulmones ya marchitos y acelerando
un corazón atorado por la falta de ritmo.
Leo las crónicas de una muerte anunciada.
Porque ya hace unos años que veo hartazgo. Veo resignación.
Las olas impactando sobre la rocosa bahía mientras el frió del invierno empujaba con violencia las bufandas de quienes algún día se supieron amar, enredándose entre hojas secas y el brillo de la luna que acariciaba sus rostros.
Es un ave lo que vuela, es el deseo que se acerca, suspirando entre silencios no forzados y palabras mudas, sonidos que no son emitidos, y acciones subliminales, lo dado que no fue otorgado, la falta de lo que no se puede perder, el olvido de quien ya no quiere olvidar.
Como un anciano que llora solo en un banco, mientras que a todos los jóvenes ve pasar.
Pregunto entonces; ¡¿Qué perder cuando no se tiene nada?! ¡¿Qué ganar cuando se ha borrado todo?! ¿Qué buscar cuando lo que se busca no existe? ¿Qué soñar cuando lo que se sueña no se alcanza? ¿Cómo amar con el fuego del infierno, si cuando todo lo amado se ve derramado en el mantel del olvido, salpicado con las migajas de un buen rato, pero congela en el invierno.
¿P o r q u é luchar cuando todo lo peleado se ve reducido a escombros y la linea que separa lo vivo de lo muerto esta difuminada?.
¿Qué es lo que vive? ¿Qué es lo que muere? ¿Qué es lo que se gana cuando no se sabe lo que se esté perdiendo? O peor aún; cómo se acepta perder algo que se quiere si la supuesta recompensa que trae consigo es incierta.
Cortinas de lianas floreadas con Lavandas y una invitación que eriza las alas. Golpean en la ventana silencios y un helado viento que conduce delicadamente a recordar un momento que n o s e s a b e si existió.
Solo por hoy.
El alma montando el cuerpo, el cuerpo amando el alma.
Solo por hoy.
Caminando de espaldas, con la mirada cerrada apuntando a la luz, y la oscura seducción a espaldas, caminando a ella.
Solo por hoy.
Humo que no es humo, sonidos que gritan, gritos que son manos recorriendo la extensidad del alma, el alma que se hace uno, la nada y el miedo que se hacen, dudosa e insegura, pregunta que es interrumpida.
El cuerpo silencia al alma sellando la respuesta con un beso, aniquilando el miedo, germinando la paz.
Y citando a "Las Tangas Feroces" me pregunto "¿Cuál es la ANTÍTESIS de OLVIDO?"
Un Do sostenido en el estomago,
Anudado entre cuerdas desafinadas,
Esperando que el aliento del tiempo
Calme las ansias del control que no tengo.
Ochenta minutos de repetido acorde
Suena hasta mi garganta,
Rechazando ser cobarde,
Reprimiendo el fantasma que habita la casa abandonada.
Cuerdas cortadas
Despedasadas
Totalmente silenciadas,
Silencio y desaliento.
La calma antes de la tormenta,
La ausencia del todo preparando la nada,
Energía que es potencial,
Y las ganas de un Si cuando se tiene un Re que es Mi.
El llanto del que no ve,
El grito del que no habla,
El corte del que no siente,
Y la muerte del que no vive.
La catástrofe y el derrumbe,
El rayo que no es luz,
La orquesta sin director
Y cinco dedos en un piano que suena desgarrado.
La falta de control,
Dirigida por un sátiro director,
Regida por un severo dictador,
Manejada por un Yo que es mi Superyó.
La humillación por el miedo,
La vergüenza de no crecer,
El juego del amo y del esclavo,
Y de la opera el grito final
"Independencia, autosuficiencia, desequilibrio relacional".
Soledad, seductora y mortal.
No voy a escribirte un poema,
porque para hacerlo deberia encontrar una rima,
porque para hacerlo deberia seguir el sonido del olvido y dejarlo fluir, creer y no pensar. Aprehenderme de tu cuerpo y sentirlo.
El sentimiento de una luna valenciana arinconando al sol hasta hacerlo un insignificante punto inutil, porque se vive de noche y se muere de dia.
Susurros de un adios que contienen acongojados ojos de ternura, mientras un flujo de luces azules, gritando una insoportable sirena policial, arremete contra nosotros.
No voy a escrtibirte un poema porque no corresponde,
porque hay muchas preguntas y pocas respuestas,
porque para que pueda despertar habría que morir y dejar pasar la nube del dolor.
No te voy a escribir un poema porque no puedo,
porque siempre hay una lagrima nostalgica que manipula, exagerando una realidad recortada,
porque no sé escribir un poema,
porque para escribir un poema necesito un sentimiento que me inspire
y es demasiado sentimiento alborotado como para plasmarlo en palabras ordenadas.
Me gusta la magia y creo que en parte siempre sospeche que no hay tal cosa.
Pero me gusta fantasear y me gusta idealizar la vida con sus miles de constelaciones y multiversos.
Me gusta fantasear con la energía que recibimos y todo lo que aportamos.
Me gusta creer que si morimos nuestro espíritu muta a un cuerpo diferente, quizás en alguna otra realidad, en la cual nos encontramos con las mismas personas, donde conectamos lazos y la problemática nos persigue en cada línea temporal.
Me gusta sentir el aroma del otoño por la noche en las calles céntricas, viviendo corporeamente el dolor del frío, representando espiritualmente el júbilo por estar vivo.
Me gusta fantasear mirando las estrellas y creer que si él las mira, me veo yo también.
Me gusta soñar que al atravesar el cosmos, y al volver del polvo, en ojos de mi herencia perdida nos vamos a hallar.
Me gusta soñar que si la vida se termina, en otro tiempo, me voy a encontrar en él también.
Querido mejor amigo, se que por las noches tu llanto mental asesina el contenido físico de tu existencia hasta las 4 de la mañana.
Querido mejor amigo, aunque el silencio extermine tu fe, aunque la noche te devuelva la muerte y el día la soledad, prometo escucharte hasta que los huesos nos duelan por la fría madrugada y las estrellas nos enamoren con su destello guiando nuestra mirada hasta la más gigantesca de las lunas en el año. Prometo amarte porque la belleza de tu alma única es. Y aunque olvides el valor de tus ojos y despedaces el calor de tu corazón, voy a pintar de rojo ese pecho ensañado en ser azul, voy a llenarte de música el alma y acariciar esos ojos que están tan cansados de llorar.
Querido mejor amigo, cuando en el camino se presenten las serpientes, y en el miedo agonice tu vientre, anudado por la inseguridad de quererte, prometo abrazarte y caminar juntos por la montaña hasta tocar el sol.
Pero por favor, querido mejor amigo, no te vayas, dejame salvarte de La orden de la risa, no renuncies, porque yo no quiero renunciar a vos.
Querido mejor amigo, despleguemos nuestras alas y volemos lejos, se la voz de mis notas altas y yo prometo ser la guitarra en tus acordes bajos.
Querido mejor amigo, quisiera que te veas como yo te veo, al otro lado de la pared, a través del espejo, con la luna en tu mirada y el corazón en llamas.
Las gotas que caen formando la banda sonora de un lúgubre amanecer de Diciembre, o cualquier otro mes del año.
Vuelve a casa,
Y no sabe donde vive
"Se fuerte, se fuerte" se repite.
Es el mantra que grita desde pibe.
En soledad contra el mundo.
Su alma así lo percibe.
Los mudos grillos anunciando el cambio de estadío, el salto de un camino al otro, el salto de los senderos paralelos, en donde se ensaña por volverlos transversales, líneas convexas respetando la lejanía del sonido de los libres zorzales.
El peaje a la libertad es la soledad, en donde la luna diurna quema más allá de su ausencia, gracias a la compañía de su fiel aliada la humedad.
Quiere volver a su casa,
La tormenta lo abraza
Y está solo, su mirada en el espejo lo devasta.
Busca un refugio que le devuelva la fe, que le permita soñar, recordarle que está vivo.
Soltando la soga aferrada a lo que nunca fue.
"Se fuerte, se fuerte" repite otra vez.
Densidad, asfixia, falta de aire.
Apnea.
Vueltas en el piso,
Helado y abandonado.
Desesperado, en busca de quien lo abrace y le susurre al oído utópicos ideales de un mundo soñado.
Vive de los aplausos, se alimenta de ensueños.
"Se fuerte, se fuerte" se repite otra vez.
Un imposible tal vez, sumido en un ciclo de ser consumido para consumir, carcomiendo los sueños y los deseos para morir.
Vuela libremente en su jaula la golondrina. Con la seguridad que le genera ver el mundo detrás de un enrejado, a salvo de un mundo plagado de amenazas que vive el zorzal.
Sus muñecas sanaron pero sus pulmones son negros.
Su corazón sangra para respirar.
Sus oídos no se enteran las palabras crueles que escucha en cada amanecer, en cada reflejo, en cada instante congelado a través del minúsculo espejo negro.
"Sos débil, sos cruel" se repite autoculpandose.
Su mirada brillante apagó el reflejo del sol
Sus lagrimas encontraron refugio en el silencio
Y su boca anuncia un gris soliloquio, con piel de cachorro bajo la lluvia, que acongoja la madera del living, mojada por la lluvia que entra desde la ventana abierta del balcón.
"Los pájaros ya no cantan conmigo
Y mi voz sin consuelo busca lo desmedido.
El latido más grande, extendido en el tiempo por el odio y la frustración, aferrado a un miedo que es el olvido, me ha robado a mi vida todo claro color. Se adueñó de mi alma y ahora ya no se quien soy".
En el medio de la ciudad, en un pequeño punto disipado entre otros tantos miles, reposa un libro sobre la frazada de Londres. Mientras que detrás de la ventana, en el floreado balcón, caen las gotas que remontan a un vano adiós.
Sopla el viento y retumba su silbido sobre las paredes, vibran las ventanas y se estremece la pila de monedas de oro, unas encima de otras, aquel pilar tan importante del edificio.
El café está listo y su aroma penetra en el adorno sobre lo alto del tejado que es mi nariz. No hay azúcar, en esta casa nunca hay azúcar, una vida tornada a la evasión de cualquier endulzante.
Pero un impulso de volar invade mi mente, volar bajo la tormenta. Se parte el cielo, así como mi estructura interna, la calle está ruidosa y desolada, y aún así quiero volar.
Pero replanteo mi deseo ¿Volar? ¿Para qué volar? ¿Será que hay algo de lo que debería desprenderme? ¿Qué es lo que me ata? Que me encadena a la tierra. Y en tal caso ¿Cómo volar si nunca supe aterrizar? Si el deseo es más fuerte que la capacidad, es posible acceder a un utópico viaje al cual se espedaza frente a la mirada del niño dentro del espejo, que sonríe con un montón de esperanzas rotas dentro de las banderas que penden del exterior como manos.
Estoy tan Soledad últimamente, o quizás tan Mio ¿Habré logrado llegar al punto en el cual estos dos puedan vivir en conjunto de manera pacífica? ¿Es decir que soy libre de sus ataduras? No... Lo dudo.
La obsesión y la compulsión no hacen más que denotar la mentira que es el libre albedrío, terminamos siendo presos de nuestras emociones, carceleros de nuestro prisionero, no logramos ser libres de nosotros mismos.
Mientras Mio vigila la puerta con su bastón de clavos, Soledad juega a distraernos, pero cuando logramos inhibir estas dos figuras, logramos evidenciar esta realidad, nos comemos la manzana y observamos que a nuestro al rededor son solo rejas de mentiras y engaños.
Donde el egoísmo propio del ser humano nos lleva a mutilarnos a nosotros mismos, al destrozar nuestro al rededor, atacamos a los demás, y así, nos envenenamos de Odio y Soledad a nosotros mismos.
Odio... Odio es el hijo entre Soledad y Mio.
Odio... Odio es quien prevalece sobre mi.
Odio... Odio nada libremente por la sangre que trasporta mis venas, contaminando la esencia del ser, pintando de negro aquellas alas castas que solían ser blancas.
Odio... Odio quien soy y odio soy yo.
La lluvia cae mojando los revestimientos exteriores, emanando agua salada de los ventanales que proyecta mi realidad. Y en un momento de revelación, una epifanía que arranca de cuajo los árboles del bosque permitiendo ver el frío lago de fondo.
La gran pregunta al Quién soy.
"El tiempo es una ilusión. Las alas estallan justo en el instante en que se está preparado para emprender el vuelo.
Muere el cuerpo que fue, se transforma el espíritu del ayer, nace ante el dolor una fuerza suficiente para que inunde de belleza la mirada de los otros, de poesía sus almas, de música su corazón y de sentido sus vidas...Entonces llega el momento de volar, ni un segundo antes, ni un segundo después."
Mojan las frías siluetas de una sirena,
Rozan las dudas que pintan esta ciudad.
Un día solía abrazar este mi gran quita-penas
Hasta que un día volando se supieron esfumar.
Una túnica negra alzando su mano,
Sola entre llantos contemplando un cometa al pasar.
Como aquel día reflejando mi luz en la arena,
Adornando aquellas campanas que suenan por mi funeral.
Tapado en el fondo al alba respondo
Que nuestro ataud estaba hecho de papel,
Solo veo un espejo con un triste reflejo.
Era solo la pared con un niño riendo a mis pies.
Cada vez que me alejo de mi,
Cada vez que te escucho reír,
Cada vez que sollozo ante ti,
Cada vez que te veo partir.
Me divido en mis ojos por ti,
Olvidando el infierno que fui,
Como cuando el cielo tronaba.
Soledad dime que has hecho de mi.
En mi vida no hay color gris,
La nostalgia es insensible por fin.
El sonido del rojo ante ti,
Pero la luna me ciega los ojos.
Obtener cada día un manto estelar,
Cada día una oportunidad,
Recordando la vida que fui,
Y viviendo los gritos de ahora.
Por sentir,
Por saber,
Por vivir,
Por amar.
Por desear que el final solamente esté en mi,
Que el pesar de su alma es morir.
Por creer que algún día encontré
Este sueño del que me desperté.
Me solté galopando el horizonte sin fin
Sofocando una luna hostil
Navegando la nave te olvido.
Y un espejo me arroja al vacío.
Mientras caigo susurro recuerdame.
QEPD:
96-09
10-13
14-17
Cuanta inmensidad que tiene la luna
Tan inmensa es, que, a miles de kilómetros ubicada, podemos contemplar cautivos su belleza deslumbrante.
Su inmensidad no basta como punto explicable a su visibilidad.
Constituida por su brillo,
Mágico resplandor que únicamente vemos entre las sombras.
Necesita de ella para ser bella
Pero el sol en dicho caso no.
Es él quien hace la luz.
Y la observo, soñando con el ideal de un mundo
Y la espero, sonriendo entre ojos llenos de esperanza
Y la admiro, con los oídos de una niña que canta una dulce canción
Y bailo, bailo en estas cuatro paredes bañadas de día en potencia.
Pero se marcha,
Y con ella nace la esperanza.
El ideal de una vida deseada.
Dando vueltas en círculos,
Al compás de un alegre piano.
Ella sentada en el suelo,
Camila.
Sonriendo, aplaudiendo.
Camila.
Tan aniñada, tan inocente.
Camila.
Soñadora y frágil.
Camila.
Siempre es blanco, siempre es rosa.
Ella salta, ella ríe y no para de soñar.
Ella imagina y vuela.
Desea y no deja de amar.
Ella obedece y tiembla.
No salimos del cuarto.
No podemos,
No quiere,
Le da alegría estar conmigo,
Solo conmigo,
Bailando y cantando dulces canciones de amor.
Mirando delicadas películas de romance.
Solo salimos para jugar con el perro.
Y ella ríe, una y otra vez,
Se toma sus colitas y juega mientras da vueltas.
Recostada sobre el tibio suelo, calentado por la luz del sol.
La elocuencia del habla no es su don.
Siempre es blanco, siempre es rosa.
Me levanto y me mira preocupada.
Camino a la salida y me toma del brazo desconcertada.
Una sombra me llama desde afuera,
La deseo más que Camila.
El cisne negro baila sobre la noche.
Canta con su gorro azul en la calle.
Llora en el suelo.
Camila.
Reproche infantil.
Camila.
No quiere que salga.
Camila.
Grita y replica sobre mi.
Camila.
Se ofende por la serpiente que me ofrece aquella manzana bañada de noche.
El cisne negro,
La serpiente,
El gato negro,
La noche que ilumina los días.
Me llama con su seductora voz.
Perfección,
Seguridad,
Arrogancia.
Salgo a su encuentro pero no cierro la puerta,
No puedo dejar al abandono a Camila,
Mientras juego con la silueta adulta observo con preocupación a Camila.
La veo con más distancia cada vez.
Y ella, con ojos plagados de desconcierto, me espera en mi portal.
Es cada vez más lejos el camino que nos distancia.
Ella se sienta y juega.
Siempre era blanco, siempre era rosa.
Siempre es blanco, siempre es gris.
Llueve el cielo,
Llueve en ella.
Su nombre es Soledad.
Camila murió y reza porque vuelva,
Tiene esperanza.
Vuelvo a ello cuando llueve en mi,
Dibuja, canta, nada entre las turbias aguas del arte.
Pero el cisne, ahora Mio, gana la partida, nadando entre las llamas del desmesurado infierno.
Cielo è infierno.
Luz y oscuridad.
Azul y rojo.
Inocencia y perversión.
Indulgencia y arrogancia.
Blanco y negro.
Blanco y rosa, y aveces gris.
La reina encierra al rey.
El peon defiende la reina.
Pero quién es el blanco, quien es el negro,
Quién soy yo, y quién es ella.
Soledad llora riendo,
Mío juega con el llanto ajeno.
Y yo, vivo en la inercia de un conflicto de intereses, que preponderan egoístamente por su propia identidad.
Sentados jugamos,
Pasados los años,
Miramos con frialdad a nuestro rival,
Y entre susurro de un vehemente preso
Debatimos nuestros roles;
-Evitaste que sintiera dolor. Cuando tenía miedo, y mi alrededor se ponía violento, solías salir para arreglar las cosas por mí, siempre conmigo para mantenerme a salvo.
- Pero el dolor que evito que sientas, necesitas sentirlo. Como adán que deseaba todo el conocimiento y comió la manzana del jardín del edén, obtenés la verdad, pero también obtenés el dolor.
Date la vuelta, te toca hacer tu jugada.
- Torre negra ataca reina blanca.
El asenso del rey, el descenso de una reina.
La unión por ley hacia la supervivencia de una princesa. Una princesa que nunca existió,
un terrateniente que nunca llegó,
un imperio que nunca se gobernó,
un diamante que nunca brilló.
¡Sea usted bienvenido!
Las puertas se abren a la muchedumbre, admiren todos
deslúmbrense
aquí frente a sus ojos la familia real.
La vergüenza de un manantial azul compartido que corroe por las venas,
incineración a nombre del orgullo, encausada tras el destape de la caja de Pandora.
La corona femenina
a la izquierda de la masculina.
La corona masculina
al frente,
marcando quien gobierna,
despotricando el sudor
las lágrimas de su compañía,
pintando una sonrisa blanca en el rostro de su hija,
pintando con hilos y agujas las manos en la mesa.
¡Suenen campanas! ¡Esclavos vengan al instante!
Pinten los rostros,
maquillen los ojos,
tapen esas lágrimas e inviertan sonrisas, sonrisas que se han caído a lo largo de la pesadilla.
¡Maravillense todos con el brillo de este cuchillo!
¡Vean!
Usted, si ¡usted!
¡Acérquese, que es de palta!
¡¿No es perfecto?!
La corona femenina de segundo nivel misma lo lustró.
No vayan a creer ustedes
que tras palabras que anuncian la muerte y el destierro
se ha obtenido este resultado, no, en absoluto, es totalmente ridículo,
jamás podría suceder.
Porque como pueden observar somos la familia real,
y en la familia real solo hay risas,
no son mascaras,
solo sonrisas.
¡Vengan a ver!
Que la vergüenza que nos ha invadido,
en pos de deteriorar la fortaleza,
se ha visto evanescida.
¡Aplausos por favor, por la partida del ereje!
Que tras su destierro, por fin, las mascaras son más fuertes.
En un rincón de la habitación se encuentra un hombre de cabello largo y oscuro, vestido con un abrigo negro hasta los pies, mirando por la ventana, mientras suena una balada deprimente de fondo, y en soledad anuncia:
- A veces resulta más difícil desarraigarse un "amor" que nunca pudo ser. Suspira - Porque en la idealización imaginaria es perfecto, un plano ideal. No obstante, en el plano real, en el amor vivido día a día, esa perfección no es más que solo eso, un vano ideal imposible de alcanzar.
Son esos amores fugaces a los que nunca se terminaron de conocer, que duraron lo que una mágica y deslumbrante estrella fugaz. Serían en la constante línea de tiempo, estable y tendida, una montaña-rusa de emoción. Donde existe esa canción que te acelera el corazón, donde te falta el aire al sentir su aroma, o te transpiran las manos cuando ves falsamente esa silueta perfecta.
El hombre camina hasta la otra punta de la habitación y se enciende un cigarrillo. Continua hablando, pero de manera más lenta y pausada.
-Hasta que te habitas a tu realidad, donde te acompaña la ausencia, y no hay nadie más que su gran amiga Soledad, cautivada, mirándote mientras caminas por la avenida.
Y es ahí, donde te das cuenta que estás solo. Porque no existe quien trasmita la emoción de encontrarte en el cruce de sus pasos. No hay nadie más que el viento que despeina tu cabello, y no hay más que el frío del invierno que haga arder a tus labios. No hay quien te vea irte desde la vereda, mientras te alejas y te observas en lejanía. Y vos, en lo alto del adiós, lo ves por la ventanilla empañada de deseos.
Alta y blanca, única compañía. La música y el cigarrillo reproducen el recuerdo en sonido y en sabor, de los momentos de felicidad. Donde no son más que un recuerdo recortado, puramente idealizado.
Es un círculo del que no se quiere salir, porque es lindo tener a alguien en mente.
Nos domina la necesidad de depositar aquello que nos falta, nuestro libido sobre alguien. En un otro distinto al Yo. Y sufrimos cuando lo depositamos en quien no existe.
¿Te acordás la última vez que creímos poder iluminar la noche?
Bañados en la danza de aquel utópico viaje en búsqueda de las sábanas negras. Rezando al todopoderoso por un poco de clemencia, rogando al mandatario mayor por piedad frente al desprecio de los venerables.
¿Te acordás de la última vez que creímos poder apagar la tarde?
Entre ruidos de ollas que gritan las lágrimas del pueblo que no puede con el naufragio en esta isla de indiferencia.
¿Te acordás de la última vez que creímos poder dormir la mañana?
Sollozando bajo la fría lluvia de un Martes improbable antes de ir a trabajar. Sangrando las heridas de un antiguo y viejo amigo, hermano del mismo techo que limpia las botas de su padre golpeador, mientras su antítesis lucha por la desalineación de aquel director del horror.
¿Te acordás de la última vez que creímos poder amar la madrugada?
Mirando constelaciones, soñando a la espera de despertar en un lugar mejor.
Un lugar mejor donde la piba de la plaza no llora de dolor, mojada y olvidada frente a la indiferencia del que la ve pasar.
Donde el padre no llora entre el silencio de sus almohadas, resignado ante la posibilidad de cambio (Más que cambio transformación, porque la palabra cambio se ha visto plagada de tóxicos y egoísmo) porque le aturde el grito de pequeños estómagos inocentes.
Donde Gabriela no muere entre palabras mudas amando a su verdugo.
Donde Martin de seis conoce la sanidad de una infancia sin escombros y trabajo.
¿Te acordás de la última vez que creímos poder iluminar la noche con tan sólo sonreír a las estrellas?
Se está yendo todo el mundo,
Se estancan en lo más profundo,
Corren en busca de lo más blando
Temiendo de todo mando.
Comemos todos de su mano,
Saltando juntos por el barranco,
Partiendo a la nave del pánico,
Naufragando en busca de un barco.
Vuelven las golondrinas de paso,
Vuelven los niños a comer sobre el pasto,
Vuelven los autos a pasar el rato
Dejando a su paso el invisible rastro.
Faltan las manos,
Faltan los planos,
Faltan los santos,
Faltan los humanos.
Pero el buitre regresó
Y la tormenta nunca cesó.
La corriente me avanzó
Pero nadie me avisó.
Demasiados cigarrillos fumé,
Demasiados problemas tapé,
Demasiados sentimientos rapté,
Demasiados rasguños provoque.
Correr, empecé a correr,
Correr hasta perder,
Correr sin saber,
Correr hasta aprender.
Pero algunas cosas siguen igual.
Faltan las manos,
Faltan los planos,
Faltan los santos,
Faltan los humanos.
Moriste hace tanto,
Naciste tan pronto,
Rápido creciste,
Rápido moriste.
Fría la noche,
Sin quien te abrace,
Frío y helado,
Viviendo a un costado.
Vista abstracta,
De la gente abierta,
Que ríe y se queja,
Bajo la tormenta.