miércoles, 4 de julio de 2018

Intactos

Llega tarde,
Es tan típico de ella.
En su mundo de de las maravillas,
Su mirada brillante,
Su sonrisa tímida y feliz.
Como la noche que ilumina los días.
Su tan desprolija perfección,
Su tan imperfecta mente.
Avanza cortando los bancos de niebla,
Entre humo de cigarrillo,
Lluvia que no moja,
Corazones que no existen,
Sueños que son de papel,
Un cielo imposible,
Se desdibujaba la propia idealización.
La rebeldía y la irresponsabilidad,
Son la manzana del Edén,
Ella es la serpiente,
Pero en su doble discurso, vuelve para ser un alma temerosa,
Llorando en un rincón,
Pidiendo aquello de lo que se proteje.
Ella no quiere pensar en el mañana,
No quiere complicaciones,
Ella no ama, ella no desea,
Esto no es un poema de amor.
Querido lector,
Si usted puede identificarse en estas palabras
Sepa que la vida no suele ser una respuesta sencilla para todos aquellos que no se la merecen.
Estamos flotando en la oscuridad,
Entre luces verdes ocultas en la oscuridad.
Es un juego complicado.
Llueve,
A dos metros, llueve
No nos mojamos,
Pero llueve.
Caminamos
entre los bancos de niebla,
Entre los deseos de lo que no es,
Marcando el adiós.
Destellos húmedos,
Brazos puestos,
Vapores difuminados
Y un abrigo que no es impermeable.
Medio metro adelante,
Un kilómetro por detrás,
Atrás el desierto,
Adelante la tormenta.
Llueve,
A medio metro, llueve
No nos mojamos,
Damos media vuelta y no nos mojamos.
Nunca nos mojamos, porque esto no es una historia de amor.
Se marcha con un desprolijo adiós.
Ya no me mira partir,
Ya no me abraza con la esperanza del mañana,
Ya no la veo entre mis sueños.
Ella vuelve a su rutina,
Yo vuelvo a mi día a día,
Ella se moja entre los brazos del olvido,
Y yo me seco entre las hojas de un invierno que nunca fue.