martes, 19 de septiembre de 2017

Esto es amor - Gioconda Belli

La mente se resiste a olvidar las cosas hermosas,
se aferra a ellas y olvida todo lo doloroso,
mágicamente anonadada por la belleza.

No recuerdo discursos contra mis débiles brazos,
guardando la exacta dimensión de tu cintura;
recuerdo la suave, exacta, lúcida transparencia de tus manos,
tus palabras en un papel que encuentro por allí,
la sensación de dulzura en las mañanas.

Lo prosaico se vuelve bello
cuando el amor lo toca con sus alas de Fénix,
ceniza de mi cigarro que es el humo
después de hacer el amor,
o el humo compartido,
quitado suavemente de la boca sin decir nada,
íntimamente conociendo que lo del uno es del otro
cuando dos se pertenecen.

No te entiendo y quisiera odiarte
y quisiera no sentir como ahora
el calor de las lágrimas en mis ojos
por tanto rato ganado al vacío,
al hastío de los días intrascendentes,
vueltos inmortales en el eco de tu risa
y te amo monstruo apocalíptico de la Biblia de mis días
y te lloro con ganas de odiar
todo lo que alguna vez me hizo sentir
flor rara en un paraíso recobrado
donde toda felicidad era posible
y me dueles en el cuerpo sensible y seco de caricias,
abandonado ya meses al sonido de besos
y palabras susurradas o risas a la hora del baño.

Te añoro con furia de cacto en el desierto
y sé que no vendrás
que nunca vendrás
y que si venís seré débil como no debería
y me resisto a crecerme en roca,
en Tarpeya,
en espartana mujer arrojando su amor lisiado para que no viva
y te escondo y te cuido en la oscuridad
y entre las letras negras de mis escritos
volcados como río de lava entre débiles rayas azules de cuaderno
que me recuerdan que la línea es recta
pero que el mundo es curvo
como la pendiente de mis caderas.

Te amo y te lo grito estés donde estés,
sordo como estás
a la única palabra que puede sacarte del infierno
que estás labrando como ciego destructor
de tu íntima y reprimida ternura que yo conozco
y de cuyo conocimiento
ya nunca podrás escapar.

Y sé que mi sed sólo se sacia con tu agua
y que nadie podrá darme de beber
ni amor, ni sexo, ni rama florida
sin que yo le odie por querer parecérsete
y no quiero saber nada de otras voces
aunque me duela querer ternura
y conversación larga y entendida entre dos
porque sólo vos tenés el cifrado secreto
de la clave de mis palabras
y sólo vos pareces tener
el sol, la luna, el universo de mis alegrías
y por eso quisiera odiarte como no lo logro,
como sé que no lo haré
porque me hechizaste con tu mochila de hierbas
y nostalgias y chispa encendida
y largos silencios
y me tenés presa de tus manos mercuriales
y yo me desato en Venus con tormentas de hojarasca
y ramas largas y mojadas como el agua de las cañadas
y el ozono de la tierra que siente venir la lluvia
y sabe que ya no hay nubes,
ni evaporización,
ni ríos,
que el mundo se secó
y que no volverá jamás a llover,
ni habrá ya nieve o frío o paraíso
donde pájaro alguno pueda romper
el silencio del llanto.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Planta carnívora

Inhalo, no es así.
Exhalo, no es así.
Parpadeo, no es así.
Me preparo para hablar, no es así.
Comento alegremente un suceso, está mal.

Un negro humo cubre toda la habitación, una habitación blanca, musicalizada con divertidas melodías y suelos decorando las paredes.
Un negro humo cubre toda la habitación, se corrompe, se tiñe de oscuro dolor, como el papel carbónico en el que al escribir se deja una copia impresa de aquello que se escribió, una marca.
Un negro humo que se disipa y deja el caos.
Platos rotos, sillas volando, cuchillos en el suelo, un frasco de dulce de Leche contra la pared.
Paredes agrietadas, ventanas contaminadas, y un suelo manchado, una alfombra que gritaba, que recordaba, recordaba con dolor.
Un humo negro que es tragado por un ser que ocupa un centro físico de la habitación.
Una planta carnívora en el centro de la sala principal.
Una planta carnívora con dulces en su boca, con boca dulce, con palabras dulces.
Una planta carnívora que atrae sutilmente, que genera confianza, seguridad.
Una planta carnívora que al acercarse a ella te devora sin piedad alguna, pero no por completo. Si lo hace por completo sabe que en un futuro no tendrá de donde alimentarse.
Espera, te espera, te cuida, te cura.
Crees que te cura porque te quiere que se preocupa por vos. Pero la realidad es que solamente le interesa devorarte, tener de donde alimentarse.
Es cuando el negro humo vuelve a cubrir toda la habitación, la corrompe y la tiñe de oscuro.
Te vuelve a masticar.
Te vuelve a curar.
Se repite 21 veces 365.
Hasta que un día te lavas la cara, te limpias la lagaña de los ojos, la basura.
Hasta que un día descubrís que no veías bien, que la planta carnívora no era planta.
Descubrís que humanizaste un ser no humano.
Descubrís que el ser no humano, es un humano.
Descubrís que adelante tuyo hay un espejo, y en tus muñecas dos sogas que cuelgan del techo, manejadas por tu padre.