Fría tarde noche de Agosto, fue cuando todo comenzó, inició...
Caminata reflexiva, el viento golpeaba mi rostro y mi teléfono había dejado de cumplir su ritual, ya no se oía su voz en él.
Esa canción no hacia más que traerte a mi memoria. Todo fue tan hermoso, tan especial, tan único. Nos dimos todo, quizás, hasta lo que no teníamos.
En ese tiempo me enseñaste tanto, me abriste los ojos del mismo modo que abriste mi corazón.
Fue en octubre, una tarde solitaria, donde el clima pronosticaba lo inevitable. Mientras veía las gotas caer recordaba ese beso bajo la lluvia que vivimos casi como un sueño, esos mediodías que me esperabas con tu mágica alegría y tu cegadora sonrisa, tus locuras y delirios, toda tu totalidad.
Lo siento... Realmente lo siento, nunca quise que acabara así. Fuiste, sos y seras único.
Demasiado pasamos juntos, en muy poco tiempo. En su momento no estaba seguro, pero ahora tengo la certeza que fuiste lo que más verdadero que pude llegar a tener.
Seguimos nuestras vidas como dos túneles separados, túneles solenoides, con forma de doble hélice, donde siempre en un punto se cruzan, para separarse y volverse a cruzar.
Las primeras veces, donde esos túneles se interceptaban eran tan hermosas y dolorosas a la vez. Sentía como me elevabas y soltabas al vacío, dejándome caer para luego sostenerme por unos pocos segundos, y me volvías a soltar; y así centenares de veces hasta llegar al suelo, y de ese modo evitar que mi cabeza estalle contra el suelo helado.
Pero a medida que el tiempo pasaba tus apariciones salvavidas se hacían más escasas, y los golpes dolían más.
No tuve otro remedio que buscarte en otra parte, pero la triste realidad es que no he podido hacerlo, no pude encontrar quien me comprenda como vos, quien me bese como vos y siga mi ritmo tal cual como solamente vos sabias hacer.
No puedo encontrar a quien entienda que no soy esa muralla de hielo, que esa es la fachada, el escudo que me obligaron a usar, que no soy más que un simple ángel que pinto sus alas de negro.
Extraño tus metáforas y tus absurdas locuras, tus incoherencias y tus malos hábitos.
Me estuve pasando la vida buscando a alguien que me haga sentir como vos, y en el intento de encontrarte en alguien más me perdí a mi mismo, inmerso en un mundo donde no hace más que devorarme como un cordero que entra a la cueva de los lobos.
Me estuve pasando la vida intentando comprender tu mundo, tu universo, tu forma de actuar.
Esa noche que te fuiste, que te vi con él, que comprendí que pudiste seguir tu vida, te estaba olvidando, hasta que me dijiste que no lo haga, me pediste que no te saque de mi vida, que siga aferrado a vos.
Me pregunto hasta donde llegara mi ingenuidad, hasta donde.
Esa noche pregunte a las estrellas si es que algún día mi estúpida inocencia acabaría con lo poco que solía tener en ese momento.
Ahora me encuentro a mi mismo encerrado, sin poder huir de vos, porque sos el único que realmente supo conocerme y entenderme, más que yo mismo.
Quisiera saber, entender, por qué si lo nuestro acabo, nuestros túneles siguen teniendo intersecciones...