miércoles, 8 de marzo de 2017

Solitaria despedida de un adiós anunciado

Estoy solo, estoy solo y parado en ésta esquina sin esperar a nadie.
Estoy solo, estoy solo en esta gran ciudad llena de gente sola que va y viene sin mirarse siquiera.
Ojala pase algún amigo, un pariente, un conocido, alguien a quien contarle mis penas, alguien que sepa de tristezas y sinsabores, no uno de esos tarados a sueldo del optimismo, que se ríen de todo, todo el tiempo.
Si no cuento lo que pasa no sé que va a pasar. ¿No hay nadie que quiera oír lo que me pasa? ¿A nadie le interesa una cursi, anónima historia de amor?
A quién le va a importar, a quién le va a importar, si no te importa a ti, que me dices adiós amándome aún.

Te has convertido en una despreciable represora, has traicionado todos los cantos de libertad que cantaste durante tantos años y a cualquier hora, eres en el fondo el verdugo de tu corazón lo has condenado a la desdicha por desacato, por decirte lo que siente y lo que piensa, porque me sigue amando contra tu voluntad, lo estas torturando al pobre como torturaba la inquisición los corazones mas nobles e independientes. Quieres que abjure que niegue su convencido amor, y estas azotando tu cuerpo por la misma causa, porque todavía me desea y me reclama a tu pesar.
¿Qué te ha sucedido? ¿Quién te lavo el pelo y también el cerebro? De cualquier modo en esta represión sucumbirá solo tu amor, le tiraras a quemarropa solamente a tus sentimientos, estoy seguro que tu sexo quedará desparramado por las calles de un futuro sórdido y confortable.
Ningún arrepentimiento te salvará de la maldición de tu alma, vivirás acosada por las demandas de tu corazón y tu cuerpo te echara en cara el goce y la dicha que le privaste.

Cuando después de todo lo bueno que nos pueda pasar en este mundo y tanto tú como yo con nuestras vidas rehechas, lejos de nuestras vidas nos volvamos a ver, estoy seguro de eso, en una calle cualquiera, en un café, en la parada de un taxi, a la salida de un banco o en un supermercado. Seguramente nos miraremos sorprendidos, y no sabremos qué decirnos, si darnos un beso o darnos la mano como dos viejos amigos, o simplemente seremos dos simples desconocidos observándonos hipócrita fe y esperanza de no recordar aquel viejo sentir.

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AUTOR
Gian Franco Pagliaro
Segmentos de: "Estoy solo" - "La despedida" - "Un adiós anunciado"

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