sábado, 3 de julio de 2021

El trono


Hay olor a azufre en la tierra de piedra ardiente,

de raices heladas y sedientas,

de pantanos atrapantes y lagos inmovilizantes,

de cipreses y robles, de manzanas y serpientes


Sabe a veneno y sabe a pasion

Se siente el fuego y se siente el horror

Se siente en los brazos el filo y el amor


La ceniza sobre los hombros que enloquece, la curva que nos arrastra hasta la muerte

El dulce sabor del veneno, y la vuelta a las rosas celestes, que mueven la noche en el auto que se mese 

En la luna de sangre que ilumina la peste


En olas de rencor y gritos de terror.

El acantilado iluminado por la luz que se filtra entre los manzanos,

La luz que desprende la ciudad.

Una ciudad que desprende soledad, que muere cuando hace frio y vive cuando muere de calor,


Hay un castillo que huele a azufre

Que vive cuando el invierno se hace humano, y muere cuando llega el verano.


Hay un reino que no existe, y hay un prisionero que se sienta a esperar.

Hay cenizas que recisten, y hay pisadas de un alma triste.


Hay un ruido que se hace sigilo,

Porque cuando un sonido es constante se vuelve silencio,

Porque una marcha que nunca para se vuelve circular,

Y un trauma que nunca se detiene se vuelve lo normal.


Hay un trono sin rey, y esclavos que quieren ser pisoteados,

Hay un prisionero traumado que se sienta sobre el trono volcado.


Hay un prisionero con corona,

Hay un prisionero que no abandona el abandonado y sombrio palacio,

Que enarbola su bandera

Y da batalla a quien hubiera de entrar, con el objetivo unico de matar o dejarse asesinar.


Hay soledad y hay necesidad,

Hay raices heladas y sedientas,

Y hay pantanos obligados a vivir entre tormentas.




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