Hace unos años que veo mariposas zombies, hambrientas de fin de semana, hambrientas de carne, de cuerpo, de vida. Expectantes, como buitres a la carroña, a un par de ratas que juegan con la cabeza de sus compañeras que no lo lograron. Insuficiente.
Insuficiente
es el tiempo, es el alimento, es el llanto, insuficiente es el dolor,
insuficiente es siempre la presión que marchita las delicadas alas de las hadas
soñadoras que se vuelven muertas, aunque estén con vida.
Hace
unos años que ya no veo aves renacer de las cenizas de sus hermanas, porque los
ríos que forman el sistema de riego que alimenta a quien nos alimenta nos
cierra las puertas y nos corta las manos si intentamos empujarlas. Porque no
hay lugar para los que sueñan, porque no hay fuego y ya no hay espacio que no se rellene con un
saldo impago, porque las fichas del juego no son retornables, porque
coleccionar las plásticas fichas de colores tiene como fin único
coleccionarlas.
Hace
unos años que ya no creo poder iluminar la noche con tan solo sonreírle a las
estrellas.
Hace
unos años que nos veo, angeles caidos de rodillas, vendernos ante lo que más
repudiamos, entregando a cambio lo que más añorábamos.
Una
flor por un papel
Un
atardecer entre tres por un grupo de cajetillas aduladores
Un
cuadro liberador por una fibromialgia insoportable
Una
canción gritada por un trastorno de ansiedad generalizada
Un
título universitario por un miedo a lo equivocado
Una
profesión de clientes por el hambre de los inocentes
Un
sueño adolescente por los objetivos a tiempo presente
Este
texto desesperado por mil objetos cuestionados, postales abandonadas, que
devienen de lo que se palpa a lo que se prioriza, lo etéreo.
Un
espíritu abrumado por la revelación interna, por el insight. Ciego de mirar
directo al eclipse solar incluso hasta cuando no se debía ver.
Un
amor dispuesto a volverse a llenar por un cuerpo plasmado en una esquina
virtual, enraizadas desde Argentina hasta Marruecos.
Ideas
desahuciadas por el resplandor de una microscópica esperanza que es utópica.
Hace
unos años que veo anarquistas, lingüistas, senderistas, poetas, depresivos y boludos alegres a tiempo completo. Veo religiosos y sectarios, veo artistas y lo peor es que me veo ahi. Veo mentirosos profesionales y los veo drogadictos, veo adictos, veo necesitados. Veo hambre y veo desesperación.
Veo
sicarios y no veo elección, veo imposición. No veo ni un poco de alegría, veo neuróticos
infelices presionados por titiriteros psicóticos.
Veo
llanto y pieles rasgadas ante una vida de miseria y melancolía selectiva. Siento
humos de paz dispersarse en mis venas, floreciendo pulmones ya marchitos y acelerando
un corazón atorado por la falta de ritmo.
Leo las crónicas de una muerte anunciada.
Porque ya hace unos años que veo hartazgo. Veo resignación.